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El Basilisco
El Basilisco, revista de filosofía fundada en 1978 por Gustavo Bueno
 


El Basilisco, número 2, mayo-junio 1978, página 67

Pilar Palop Jonqueres

Piaget y la metafísica

El Basilisco, número 2, mayo-junio 1978, páginas 67-69.

Piaget personifica, en nuestros días, ante la opinión general, la figura venerable y venerada de un nuevo Rousseau. Como aquel célebre ginebrino, también Piaget, desde Ginebra, vuelve a preconizar el mismo naturalismo pedagógico y la misma defensa apasionada de la espontaneidad del desarrollo infantil. Cierto que Piaget no es, como el autor de Las Confesiones, inquieto e irascible, sino pausado y benevolente; no se manifiesta sentimental y atribulado, sino metódico y afable. Pero en su vida misma y en ciertos lugares de su inmensa obra no deja de latir el eco de una emoción romántica y de un pensamiento entusiasmado que lo hacen cálido y próximo. Su sabiduría reside, tal vez, en haber acertado a combinar las virtudes ginebrinas de Rousseau y las de Calvino, y en haber encontrado, así, una conjunción hábil entre esos dos tipos vitales, tan contrapuestos, de sus predecesores, en una bien dosificada mezcla de pasión y de férrea disciplina.
El Piaget que todo el mundo conoce, el más popular, es un protagonista importante de la Historia de la Psicología y de la Pedagogía. Es el psicólogo que ha estudiado incansablemente el comportamiento infantil, hasta descubrir que, contra lo que cabría esperar, el niño, tan carente, en apariencia, de todo misterio, es, por el contrario, una fuente inacabable de sorpresas.

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