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José González Tejada, Historia de Santo Domingo de la Calzada, Abrahán de la Rioja (1702)

 

Libro segundo. De los milagros, que obró Dios por intercesión de Santo Domingo, después de su muerte. De los progresos, y aumentos de la Iglesia del Salvador, y grandeza, que ha llegado a tener. Y la fundación, y aumentos de la Ciudad de Santo Domingo de la Calzada

Capítulo octavo

Dase noticia del célebre milagro del Gallo, y Gallina

§. I
Milagro 55

1. Un celebérrimo Milagro, que con un Gallo, y una Gallina obró Dios en favor de un Peregrino por intercesión de nuestro Santo, o por mejor decir, dos Milagros estupendos han volado por todo el Mundo en alas de las plumas, que llevan los que visitan este maravilloso Santuario. Por eso le señalamos Capítulo s parte, y le pongo en este tiempo; bien, que con certeza no se averigua cuando sucedió. Pero considerando, que el referido manuscrito (quien da a entender se acabó de escribir poco después del Reinado del Rey Don Pedro el Justiciero) no lo trae; y viendo por algunas circunstancias, que cuidadoso he notado la probabilidad de que fue por estos tiempos, en que corre esta Historia, le doy este lugar por los años de mil y cuatrocientos, poco más, o menos. Sucedió, pues, en esta forma.

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2. Dos vecinos, marido, y mujer, de la Villa de Santos; cerca de Wesel, y Res, en el Arzobispado de Colonia, determinaron ir a Santiago de Galicia en Romería con un hijo suyo, mancebo de pocos años. (A) Pusiéronse en camino: a la Ciudad llegaron de Santo Domingo de la Calzada, ordinario paso, devotamente solicitado de los Peregrinos. Habiendo visitado devotos a nuestro Santo, y rezado en su Santo Sepulcro, posaron en un Mesón de esta Ciudad, cuyos dueños tenían una hija doncella de más buen parecer, que recato. ¡Cuánto peligro tiene la incauta hermosura en tales casas! Miró con atención la rapaza la briosa bizarra disposición, peregrina en todo, del Peregrino Joven, y quedó presa en amorosas cadenas. Quien las peligrosas puertas no cierra de la vista, presa infausta será del apetito. Arrastróla tanto la pasión amorosa, que se le declaró al gallardo mancebo, abandonando toda la honestidad, y multiplicando lágrimas, y ruegos: que de la que a perder llega la máscara, se apodera el descaro, y el reparo se [237] huye de los inconvenientes. Pero el virtuoso mozo, imitando al casto José, despreció su lasciva propuesta repetidas veces. Viendo la deshonesta moza burlados sus intentos lascivos, trocó el amor en odio, como suele suceder a las tales, y trató de vengarse del desprecio, que su torcida razón juzgó le hacía el Peregrino, siendo perfecta virtud la resistencia santa de este. Halló luego su enojo una diabólica traza para su desquite. Bien como suya. Determinó poner en el zurrón del inocente Peregrino una taza de plata, que sus padres ponían en la mesa para que los pasajeros bebiesen. Allá mandó José, cuando gobernaba en Egipto, poner otra taza en el costal de Benjamín su hermano, para que imputándosele a hurto, tuviese forma de quedarte con él en su casa. (B) ¡Pero con qué diferente intento, que el que tuvo esta deshonesta! Ejecutólo atrevida. Tomaron padres, y hijo fu camino; y ella traidoramente infame, luego que los juzgó ya fuera de la Ciudad, empezó a dar voces, diciendo, que no parecía la taza, y que aquel mozo Peregrino se la habría llevado. Creyóse su dictamen con facilidad. Fuéronse los padres de la moza al Corregidor de la Ciudad a pedir justicia; mandó el Corregidor, que los Alguaciles fuesen a toda diligencia en busca de los Peregrinos, a quienes hallaron a poca distancia: Registráronles lo que llevaban, y en poder del mancebo fue hallada la taza, de cuya noticia estaba él bien ajeno.

3. Volviéronlos a la Ciudad presos, y como era la taza testigo del delito, que se le imputaba, y la defensa, y valimiento del mancebo ningunos, fue condenado, no como José a suave cárcel, sino como si fuera malhechor, a pena capital en una infame horca; y sin admitirle apelación, se ejecutó la sentencia, quedando a manos de un Verdugo pendiente del suplicio en el campo, donde los Alguaciles le encontraron, y sus tristes padres en el mayor desconsuelo. Pero animándose, y viendo que no tenía ya el caso humano remedio, prosiguieron su Romería para Santiago, dejándose pendiente de la horca a su hijo, que para común escarmiento, teniendo por cierto el delito la Justicia, determinó se estuviese pendiente del palo, hasta que a pedazos se cayese de él.

4. A Santiago llegaron los padres, visitaron harto melancólicos el Sagrado Cuerpo del Santo Apóstol, Patrón de las Españas. Volvieron otra vez para su Patria por el mismo camino, y llegando al término de nuestra Ciudad, y al sitio donde su hijo fue ahorcado: amorosa la madre, bien que atravesado el corazón de dolor, quiso ver a su hijo, que aun pendía del palo afrentoso. Anegada en lagrimas llegó a la horca; y al mismo tiempo el hijo pronunció estas palabras, que refiere Tamayo Salazar con otros. (C) Madre mía, ¿para qué me lloráis muerto, supuesto que dichoso vivo? El Bienaventurado Santo Domingo de la Calzada me ha conservado la vida contra el riguroso cordel, y la hambre poderosa de tantos días sin alimento. Él me ha sostenido, y conservado como ahora me veis. Id a la justicia, dad cuenta de este prodigio, y pedid me bajen de este palo, pues mi inocencia no mereció tal castigo.

5. Ya se hallaba el padre presente, que también había llegado a ver a su hijo; y al ver tal prodigio, quedaron padre, y madre asombrados. Mudaron ambos las tiernas lágrimas, que vertía su dolor en lágrimas de gozo; y alborozados fueron a [238] dar cuenta del prodigio al Corregidor de la Ciudad, que vivía en la Calle de Barrio-Viejo, frente de donde hoy está el Convento de Religiosas de San Bernardo. Hallaron, que el Corregidor estaba comiendo con su familia; pero llevados de su impaciente alborozo, se subieron hasta la pieza donde estaba comiendo, y con el cuchillo en la mano para trinchar un Gallo, y una Gallina, que tenía en un plato asados. Refirieron el caso los Peregrinos, y él riéndose de su relación, respondió, haciendo chanza de lo que le decían, y hablando con la madre, que como más impaciente se adelantó a contar el suceso: Así vive tu hijo, a quien yo mandé ahorcar, como este Gallo, y Gallina, que pelados, y lardeados están para ser sepultados en nuestros estómagos. Milagro 56 Y aplicando el cuchillo, quiso empezar a trincharlos; pero al mismo tiempo resucitando las dos aves (¡qué prodigio!) se vistieron de plumas blancas; y puestas en pie sobre el plato en que yacían, empezó a cantar el resucitado Gallo. Atónito quedó el Corregidor, con todos los circunstantes. Dejó la comida, salió de su casa; y acompañado de la Clerecía, y de la mayor parte de vecinos de la Ciudad, que a la noticia del prodigio se juntaron, fue al sitio en que pendía de la horca el Joven Peregrino. Hallóle vivo; y preguntádole ¿cómo tenía vida, pues había sido ahorcado tantos días antes? Respondió las mismas palabras, que la dijo a su madre, y que ya dejamos referidas, atribuyéndole su milagrosa liberación a nuestro Santo.

6. Bajáronle de la horca con gran ternura, y admiración, y con procesión solemne le llevaron al Sepulcro del Santo, donde se dieron a Dios muchas gracias por tal beneficio; entregáronsele a sus padres, y todos tres tomaron su jornada para Santes, su Patria, donde muchos años después murió el Peregrino: y en su Sepulcro, dice Erce, (D) se puso un Epitafio, que refiere todo este suceso. Nuestra Santa Iglesia, y nuestra Ciudad fueron en procesión a casa del Corregidor por el Gallo, y Gallina resucitados: lleváronlos a nuestra Catedral, y haciendo un rico nicho con su reja, frente del Sepulcro del Santo, que hoy se conserva sobre la puerta de la Torre Mayor, en cuya frente se pintó el Gallo, y Gallina, las pusieron en él; y como no podían conservarse así mucho, se ha observado después acá tener este nicho un Gallo, y una Gallina blancos, que se mudan a sus tiempos, en memoria del Milagro. De ellos llevan plumas los que visitan al Santo, con quienes ha obrado Dios muchos prodigios. Púsose encima de la puerta de la casa, en que sucedió el Milagro, este rótulo: En esta casa sucedió el Milagro del Gallo, y la Gallina: y en el año de mil cuatrocientos y treinta y nueve, dice Fray Luis de la Vega, (E) que el gran Convento de Nuestra Señora de la Estrella, de la Orden de San Gerónimo, compró estas casas por la circunstancia de este Milagro para Hospedería suya; cuya escritura de venta, dice, que se conserva en el Archivo de aquella Santa Casa. Ya esta se cayó, y su sitio está hecho prado; pero con la tradición de que sucedió allí este Milagro. Desde este suceso milagroso nuestra Santa Iglesia, y nuestra Ciudad, al Árbol, y Hoz, que antes tenía por Armas, como vimos, añadieron un Gallo, y una Gallina en su Escudo de Armas, de todas las cuales usan hoy las dos Comunidades. [239]

(A) Erce Ximenez. Predic. de Santiago en España, p. 2, tract. 3, cap. I, fol. 233.

(B) Genes. 44, v. 2.

(C) Tam. Sal. in Martirol. Hisp. tom. 3, die 12. Maii. Quid vivo lachrymis parentas, mater? vivo B. Dominico subcollante. I. Iudici die, ne dammare pergat, quem mors absoluit, vix haec ille ad matrem, cum mater hoc ad Iudicem refert mensae acumbentem. Hic, tam, scilicet, filius tuus vivit, quam assus hic, cum gallina sua, gallus, qui lautus, unctusque sepulchrum stomachum expectat. Iam carpere parabat, cum gallus, & gallina in vitam, se erigunt, inocentiae victrici alis aplaudunt, gallus etiam peanacanit.

(D) Erce Xim. ubi sup.

(E) Veg. Hist. de S. Dom. fol. 111.

§. II

1. Este Milagro es tan repetido en las Historias, y tan ciertamente referido por tradición inconcusa de padres a hijos, desde que sucedió, que ninguno ha puesto duda de su verdad. Pero el Doctоr Erce Jiménez (A) quiere barajárselo a nuestro Santo, y atribuírselo al Apóstol Santiago, por diversas razones, que propone. Lo primero, dice, porque en una Capilla de Santiago, en la Iglesia de Araceli de Roma, está pintado este Milagro entre otros de Santiago, colgado el Peregrino de la Horca; el padre de rodillas puesto, y mirando al Santo; la madre en pie con los brazos abiertos, y levantados, admirada, y alegre de ver vivo a su hijo; y este pronunciando estas palabras: Alegraos, porque nunca me fue más bien, supuesto, que hasta ahora me ha sustentado Santiago, y me ha refocilado con celeste dulzura. Lo segundo, porque así dice se halla pintado en la Capilla de la Consolación de la Santa Iglesia Catedral de León, en España, teniendo Santiago al Peregrino de los pies; y en una Capilla de Santiago, que hay en la Iglesia Catedral de la Ciudad de Pistoya. Lo tercero, porque así se halla en el Rezo de Santiago en el Breviario del Monasterio Benedictino Vedastense de la Ciudad de Artois, en Francia, y en el Oficio de la Translación de Santiago, de que usó la Militar Orden de Santiago. Lo cuarto, porque así lo refiere el Papa Calixto Segundo en un manuscrito de la Vida, y Milagros de Santiago, libro 2, que se conserva en la Biblioteca de San Pedro de Roma. Y porque finalmente lo sienten así San Antonino de Florencia, I part. cap. 7, tit. 6 y Vicente Velovacense, tom. 4, lib. 26, desde el cap. 26 hast el 41.

2. Soy amigo de hacerme cargo de la dificultad; y confieso, que estos fundamentos tienen fuerza, y que averiguar por cual de los dos Santos hizo Dios estos Milagros, es muy dificultoso; pero me parece más seguro lo que llevo referido de mi Santo. Y lo que no admite duda, es, que la prueba se ha de tomar de las palabras, que dijo el ahorcado Peregrino cuando su madre le encontró vivo, y cuando le bajaron de la Horca, pues él parece que supo quién le había librado, y lo refirió entonces. De estas palabras tenemos la misma controversia, y hablando de ellas Tamayo Salazar en el lugar citado en el §. antecedente, después de haber puesto las que dejamos referidas, que hacen s favor de nuestro Santo, prosigue: (B) Así se han de leer las palabras de los Anales, porque lo que allí se dice de María Santísima, y de Santiago, que le sostenían al Mancebo pendiente de la Horca, no está en nuestras Historias, como se puede ver en Mariana, Marieta, Venero, y Vega, con que excluye a Santiago.

3. Las palabras citadas sólo por tradición pueden constar, porque no hay testimonio cierto autorizado; y esta tradición está en nuestra Ciudad tan asentada, que nada se tiene por más cierto, que el que lo que dijo el Peregrino fue, que le había librado Santo Domingo de la Calzada; y si Erce hace tanta fuerza en la tradición, probando su seguridad con las palabras del Eclesiástico: (C) No desprecies la narración de los Antiguos, [240] porque ellos lo aprendieron de sus padres: y con otros Textos, que hablan de la tradición común, para sacar en limpio como es cierta la verdad de que Santiago predicó en España: ¿por qué no diremos con su misma doctrina nosotros, que la tradición de que quien ayudó al Peregrino para que no muriera en la Horca, fue nuestro Santo, es la prueba más segura? Pues así ha venido de padres a hijos.

4. A que ayuda no poco el ver que nuestra Iglesia, y nuestra Ciudad, que como ya hemos dicho, tuvieron antiguamente por Armas el Árbol, y la Hoz por aquel Milagro, o aquellos Milagros, que obró nuestro Santo, cortando con una Hoz de segar mieses los Árboles robustos, añadieron de este Milagro en sus Armas un Gallo, y una Gallina, como es sin controversia verdad cierta, y patente, como demuestran los Escudos, compuestos de uno, y otro: Y en el Claustro de la Santa Iglesia, que se hizo poco después de este tiempo, están entreverados, unos con Árbol, y Hoz, y otros con Gallo, y Gallina. ¿Pues ha de creerse de Comunidades tan grandes, y tan prudentes, que teniendo el Árbol, y Hoz por haberse hecho este Milagro por intercesión del Santo, habían de tomar por Armas las memorias de otro, que no había hecho? Ninguno también como los habitadores de esta Ciudad pudo saber a quien atribuyó el Milagro el Peregrino, y qué palabras fueron las que dijo cuando le halló su madre vivo, y cuando le bajaron de la Horca: luego conservándose la tradición de que se lo atribuyó a nuestro Santo; y habiendo por esto tomádose aquí por Armas, a esto se debe dar más crédito, que a los que de lejos lo oyeron; y acaso por saber, que los padres del ahorcado venían de Santiago, se lo atribuyeron al Santo Apóstol, como si faltaran al Santo Patrón de España Milagros muchos que referir de su gran virtud.

5. La autoridad del Papa Calixto Segundo me hiciera mas fuerza, porque el Cardenal César Baronio dice, que (D) Tritemio en dus Varones ilustres, haciendo mención de los Comentarios de Calixto Segundo, afirma, que Calixto con relación muy copiosa, y con diligencia grande escribió un Tratado de los Milagros de Santiago. Leímos (prosigue Baronio) cinco Libros dispuestos con nombre del mismo Calixto, en que se contienen los Milagros obrados por virtud del mismo Apóstol. Pero prosiguiendo inmediatamente a las palabras referidas, dice: Aunque como consta por razón, y número de los años, algunos Milagros fueron añadidos en los escritos, que dejó Calixto, y mezclados con los que él escribió de Santiago. Pues dado caso, que este Milagro se halle atribuido a Santiago en el manuscrito del Papa Calixto, ¿por qué no podemos juzgar, que este fue uno de los añadidos?

6. Y que así fue, me parece evidente, por este discurso. El Papa Calixto Segundo se coronó en el año de mil ciento y diez y nueve, como asienta el Eminentísimo señor Cardenal de Aguirre, (E) y lo dicen los Escritores todos, y murió el año mil ciento y veinte y cuatro, y parece lo más probable, que escribió aquel Tratado antes de ascender a la Tiara; pues la ocupación suma de tan alto puesto no le permitiría lugar para escribir Historias: A lo menos este Tratado no se escribió después del año de su muerte. [241] Véase pues, lo que dejamos dicho en este Libro, cerca de la Fundación de nuestra Ciudad; y se hallará, que por el año de mil ciento y veinte sólo había en este sitio la Casa del Hospital, la Iglesia del Salvador, y la Ermita de Nuestra Señora de la Plaza, sin haber otros vecinos; que por el año de mil ciento y veinte y cinco se empezó a poblar el Barrio de Morgubete; que no tuvo la población jurisdicción propia hasta el año de mil ciento y treinta y seis, en que devoto el Emperador Don Alonso Ramon les dio a los vecinos de la Calzada jurisdicción propia, la cual es necesaria para que haya Juez proprio. El Milagro, como se ve, sucedió habiendo Juez en Santo Domingo, que administraba justicia. Luego si este no le hubo hasta después de muerto el Papa Calixto, no pudo haber sucedido el Milagro antes de morir dicho Papa; y consiguientemente, ni él pudo escribirle.

7. Mas: Por qué Fray Luis de la Vega, (F) y otros, dicen, que quien mandó ahorcar al Peregrino, y a quien sucedió el resucitar las aves, que estaba para comer fue el Corregidor de la Ciudad. Habla de la de Santo Domingo. Esta no tuvo Corregidor, ni fue Ciudad hasta los años de 1334, como consta, y hemos ya probado. Luego muchos años después de muerto Calixto sucedió este Milagro, luego se le introdujeron al manuscrito de Calixto, como Baronio dijo; y de ahí nacería el ponerle por de Santiago en los referidos Rezos, y pintarlo en sus Capillas, y darle por de Santiago los Autores, que Erce refiere por su opinión. Y finalmente, dado caso, que este Milagro haya sucedido en tiempo del Papa Calixto, y que lo escribió entre los demás de Santiago, debemos juzgar, que los puso por relación, que le enviaron de la Iglesia de Santiago de Galicia, y acaso Don Diego Gelmírez su Arzobispo, que era muy amigo del Papa; y este le dedicó por esto este Tratado al Arzobispo, a Guillermo, Patriarca de Jerusalén, y al Convento Real de Cluni, Casa de su Profesión, como Erce afirma; y esta relación se haría, o con pasión, o con inteligencia de que había hecho Santiago el Milagro, por ver que venían de Santiago los padres del Peregrino, y que hasta que llegaron se estuvo en la Horca el hijo. Pero con más fundamento se puede creer lo que la tradición conserva en Santo Domingo, pues obligó esta verdad entonces a tomar este Milagro por armas. Y más cuando había obrado nuestro Santo otros muchísimos Milagros, de quienes podían, si gustaban, añadir armas, y cuando no necesitaban de atribuirle Milagros, habiendo hecho tantos, y tan prodigiosos nuestro Santo.

(A) Erc. ubi supr. tract. 3, p. 2, cap. 1, fol. 223. Gaudere quoniam numquam fuit mihi ita bene, quoniam hucusque S. Iacob. me sustentat, & caelesti dulcedine refocillat.

(B) Tam. ubi supr. Sit legenda sunt verba Factorum; nam, quae inibi dicitur de B. Maria, & S. Iacobo, subcollantibus puerum pendentem, absunt a nostris historiis, ut videre est apud Marian. Mariet. Vener. & Veg.

(C) Eccl. 8, 10. Non te praetereat narratio seniorum, ipsi enim didicerunt a patribus suis.

(D) Barón, in not. ad Martyr. die 25 Iulii. Tritemius de Vir. Illustr. dum recuset Callixti Pappae Commentarios, ait, illum, copioso Sermone, & maxima diligentia, tractatum scripsisse, demiraculis S. Iacobi. Legimus eiusdem Callixti nomine, de ea re quinque libros, digestos, quibus continentur miracula, eiusdem Appostoli virtute edita, licet (ut constat ex ratione annorum numeri) aliqua fuerunt super addita, atque illis ad mixta.

(E) Cardenal de Aguirre, notit. concil. fol. 474. Baron. tom. 12. Anal. fol. 139 & 1124.

(F) Veg. Hist. S. Domin. fol. 110.

(José González Tejada, Historia de Santo Domingo de la Calzada, Abrahán de la Rioja, Madrid 1702, páginas 236-241.)

 
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