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Escuela de Filosofía de Oviedo

Gustavo Bueno

La Estética de Kant y el “formalismo”

9 marzo 2015


cartel para este acto de la Escuela de Filosofía de Oviedo Es opinión común que el sistema de Kant prefirió, en casi todas sus opciones, las rutas del formalismo; una denominación que afectó en principio a la Ética y a la Moral, pero también a la Música, a la Economía Política o la Democracia (cuando la «democracia procedimental» y el «Estado de derecho» se interpretan como formalismos). Muchas veces el concepto de formalismo se considera opuesto al realismo o al materialismo, cuando se identifica respectivamente con el idealismo o con el espiritualismo. Pero la idea misma del formalismo acusa su estirpe escolástica, vinculada sobre todo al hilemorfismo aristotélico, en cuanto doctrina que enseña que toda morfología presente en el Mundo está compuesta de materia y forma. La «separación» de la forma respecto de la materia, conducirá al formalismo. Pero las doctrinas expuestas en la Crítica del Juicio no son tan claras y distintas como algunos intérpretes pretenden y, por supuesto, no son «creaciones ex nihilo» del propio Kant.

 
Vídeo de la lección de Gustavo Bueno, La Estética de Kant y el “formalismo” (1 h 43 m)

Oviedo, lunes 9 de marzo de 2015

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La Estética de Kant y el “formalismo”

Es opinión común que el sistema de Kant prefirió, en casi todas sus opciones, las rutas del formalismo; una denominación que afectó en principio a la Ética y a la Moral, pero también a la Música, a la Economía Política o la Democracia (cuando la «democracia procedimental» y el «Estado de derecho» se interpretan como formalismos).

Muchas veces el concepto de formalismo se considera opuesto al realismo o al materialismo, cuando se identifica respectivamente con el idealismo o con el espiritualismo.

Pero la idea misma del formalismo acusa su estirpe escolástica, vinculada sobre todo al hilemorfismo aristotélico, en cuanto doctrina que enseña que toda morfología presente en el Mundo está compuesta de materia y forma. La «separación» de la forma respecto de la materia, conducirá al formalismo. Esta es la razón por la cual los escolásticos llamaban «formas separadas» a los ángeles, a los arcángeles, a los tronos, a las dominaciones, a los serafines o a los querubines, precisamente porque, desde la doctrina hilemórfica, todos los seres vivientes se consideran compuestos de cuerpo (materia) y de alma (forma).

El formalismo ético propuesto por Kant ha alcanzado en nuestros días un radio todavía más amplio. Cuando, por ejemplo, se defiende hoy la necesidad de «regenerar» la democracia, a través de la restauración de la conducta ética o moral de los ciudadanos, se está manteniendo la perspectiva kantiana del formalismo ético. Formalismo que fue ya sometido a crítica tanto por el marxismo como, poco después, por el «max-weberismo».

El materialismo marxista acusó al formalismo kantiano de estar desconectado de la realidad social y económica. Max Weber también levantó contra el formalismo kantiano acusaciones análogas.

Max Scheler opuso al formalismo ético kantiano la ética material de los valores. La reivindicación de la enseñanza «en valores» que hoy se proclama universalmente suele mantenerse, ella misma, sin embargo, de un modo formalista, cuando olvida que los valores no son separables de los contravalores, y que la «educación en valores» implica necesariamente tomar partido ante los contravalores (es imposible educar en los valores propios de la «música clásica» sin tomar partido contra los contravalores encarnados por otras alternativas musicales).

El formalismo constituye el núcleo de la doctrinas kantianas expuestas en la Crítica del Juicio, tanto del juicio estético como del juicio teleológico (cuestiones actualizadas hoy a propósito del llamado «principio antrópico», de los físicos y cosmólogos «de vanguardia»).

Pero las doctrinas expuestas en la Crítica del Juicio no son tan claras y distintas como algunos intérpretes pretenden y, por supuesto, no son «creaciones ex nihilo» del propio Kant. El mismo proyecto de una crítica del juicio presupone la doctrina escolástica del «concepto, juicio y raciocinio», a través de la Psicología de Tetens. El proyecto kantiano de una «estética trascendental» tiene mucho que ver con una interpretación metafísica de la Estética de Baumgartem.

 
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