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Escuela de Filosofía de Oviedo

Raúl Angulo

La disciplina Estética en España en el siglo XIX

2 marzo 2015


cartel para este acto de la Escuela de Filosofía de Oviedo En 1858 Julián Sanz del Río consiguió que se instituyera una cátedra de estética en el doctorado de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, aunque la estética ya se impartía en España desde 1846 como sección preliminar del curso de Literatura general y española.
La estética, en general, fue usada por los krausistas españolas como un medio adecuado para la propagación de sus doctrinas, impulsando su implantación no solo en la universidad, sino también en los centros de enseñanza secundaria y en los conservatorios.
Los católicos respondieron a los manuales de estética krausista elaborando manuales destinados a seminarios y centros de enseñanza eclesiásticos. Estos manuales están implantados no en una humanidad perfecta venidera, sino en las instituciones artísticas positivas del catolicismo. He aquí, en la diferente plataforma en que están situados, donde ciframos el núcleo de la disputa entre católicos y krausistas.

 

 
Vídeo de la lección de Raúl Angulo, La disciplina Estética en España en el siglo XIX (2 h 6 m)

Oviedo, lunes 2 de marzo de 2015

Anuncio de La disciplina Estética en España en el siglo XIX (Oviedo10.es)

La disciplina Estética en España en el siglo XIX

En 1858 Julián Sanz del Río consiguió que se instituyera una cátedra de estética en el doctorado de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, aunque la estética ya se impartía en España desde 1846 como sección preliminar del curso de Literatura general y española.

La estética, en general, fue usada por los krausistas españolas como un medio adecuado para la propagación de sus doctrinas, impulsando su implantación no solo en la universidad, sino también en los centros de enseñanza secundaria y en los conservatorios.

En la estética krausista se veían envueltas tanto una teoría de la realidad como una teoría de la humanidad. El mundo sería armónico por partir todo él de un mismo principio, denominado “Wesen”, “divina esencia”, “Dios” o “Ser”. A partir de este principio, se desarrollaría una multiplicidad de seres gradualmente escalonados. En la realidad se daría, además, una dialéctica entre una “ley interior” o “virtud activa” y una realización concreta y deficitaria, esto es, entre la “Esencia” y la “Forma”.

Por otro lado, la Humanidad es contemplada como una, como el auténtico sujeto de la historia que avanza en continuo progreso, autodeterminándose por medio de las “esperanzas”, “propósitos” y “aspiraciones” que encuentra dentro de sí misma. El progreso de la humanidad consistiría tanto en una elevación (el paso de la satisfacción de las “necesidades materiales” a la satisfacción de las “necesidades espirituales”) como en una unificación (el paso de una situación “egoísta” de pueblos divididos a una situación amorosa o solidaria de pueblos unidos).

El krausismo, al posicionarse en la plataforma del género humano, en realidad disuelve las instituciones positivas (los estados, las religiones, los movimientos artísticos), interpretándolas como déficits accidentales y a la vez como medios para la consecución de la plenitud humana futura.

Los católicos respondieron a los manuales de estética krausista elaborando manuales destinados a seminarios y centros de enseñanza eclesiásticos. Estos manuales están implantados no en una humanidad perfecta venidera, sino en las instituciones artísticas positivas del catolicismo. He aquí, en la diferente plataforma en que están situados, donde ciframos el núcleo de la disputa entre católicos y krausistas.

 
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