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Escuela de Filosofía de Oviedo

Iván Vélez

Drogas, Guerra Fría y contracultura

2 febrero 2015


cartel para este acto de la Escuela de Filosofía de Oviedo Apenas un par de años después de que finalizase la II Guerra Mundial, en la que se dio la coyuntural alianza entre la URSS y los Estados Unidos, se acuñaba la expresión «Guerra Fría». Caracterizado por una atmósfera de silenciosa y densa amenaza nuclear, este período de tiempo que se cerraría con la caída del Muro de Berlín, estuvo marcado por políticas anticomunistas pero también por el surgimiento de diversos movimientos de sesgo pacifista. En este contexto, las drogas, muy desarrolladas por la industria farmacológica desde finales del siglo XIX y principios del XX, adquirirán gran relevancia en relación con la devastación producida por una guerra de tal escala que dejaba a su paso no sólo un importante número de mutilados necesitados de anestésicos, sino también una gran masa de jóvenes que habían tenido contacto con estas sustancias en el frente. El fin de la Guerra Fría no supuso el fin de la contracultura, precisamente por los borrosos perfiles que la caracterizan. Roto el equilibrio entre los bloques que marcaron la segunda mitad del siglo XX, aparecieron nuevas corrientes contraculturales, algunas de ellas larvadas durante tal periodo.

 
Vídeo de la lección de Iván Vélez, Drogas, Guerra Fría y contracultura (1 h 48 m)

Oviedo, lunes 2 de febrero de 2015

Anuncio de Drogas, Guerra Fría y contracultura (Oviedo10.es)

Drogas, Guerra Fría y contracultura

Apenas un par de años después de que finalizase la II Guerra Mundial, en la que se dio la coyuntural alianza entre la URSS y los Estados Unidos, se acuñaba la expresión «Guerra Fría». Caracterizado por una atmósfera de silenciosa y densa amenaza nuclear, este período de tiempo que se cerraría con la caída del Muro de Berlín, estuvo marcado por políticas anticomunistas pero también por el surgimiento de diversos movimientos de sesgo pacifista.

En este contexto, las drogas, muy desarrolladas por la industria farmacológica desde finales del siglo XIX y principios del XX, adquirirán gran relevancia en relación con la devastación producida por una guerra de tal escala que dejaba a su paso no sólo un importante número de mutilados necesitados de anestésicos, sino también una gran masa de jóvenes que habían tenido contacto con estas sustancias en el frente.

Si esto ocurría en el campo de batalla y los hospitales, en el plano ideológico, a la línea oficial de la Guerra Fría se le opondrá una nueva, la que definiera como «contracultura» el historiador norteamericano Theodore Roszak en su célebre libro El nacimiento de una contracultura. En ambos casos las drogas jugaron un importante papel:

En el ámbito ligado a la política de la época, fuertemente marcada por el desarrollo del espionaje, la búsqueda de la «droga de la verdad» constituyó una verdadera obsesión a la que se destinaron importantes recursos que incluían el blanqueamiento de científicos venidos de la Alemania vencida, una búsqueda que se vio acompañada por el uso de estimulantes empleados como herramientas para fortalecer a los agentes desplegados en el tablero político.

Paralelamente a esta discreta línea oficial, y presentados como una alternativa de alcance trascendental, los movimientos contraculturales incorporaron como elemento central el uso de determinados estupefacientes incorporados a eclécticos movimientos socioculturales, artísticos, místicos y comerciales que trataban de constituirse en respuesta pacífica –en contraposición con otros movimientos más políticos y beligerantes– a aquello que Roszak denominó «tecnocracia».

No obstante, y más allá de la consecución de sus objetivos a menudo imprecisos, tales corrientes han dejado una honda huella en el mundo occidental actual, contribuyendo en gran medida a la configuración de las sociedades occidentales, incluyendo la española, que vio cómo muchos de los contenidos contraculturales eran incorporados durante las décadas de los 60 y 70 hasta desembocar en una democracia coronada que conoció los efectos de las drogas en una sociedad ansiosa de dosis de libertad y cultura.

El fin de la Guerra Fría no supuso el fin de la contracultura, precisamente por los borrosos perfiles que la caracterizan. Roto el equilibrio entre los bloques que marcaron la segunda mitad del siglo XX, aparecieron nuevas corrientes contraculturales, algunas de ellas larvadas durante tal periodo.

 
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