[Pedro de la Vega] Flos Sanctorum… (Sevilla 1580, parte 2, folios XCVIr-XCVIIv)
xii mayo Santo Domingo de la Calzada
Comienza la historia de la vida del bienaventurado santo Domingo de la Calzada
Fue santo Domingo lego y sin letras: y natural de un lugar de Italia que es llamado Villoria y vínose a tierra de Rioja, y queriendo mudar la vida seglar, en vida contemplativa y reglar, fuese al Abad del monasterio de Valvanera, que es de la orden de san Benito y rogóle humildemente que le pluguiese de le dar el hábito de la religión, y recibirle en el monasterio debajo su disciplina. E no lo queriendo recibir el abad de Valvanera fuese para el abad de san Millán, y rogóle lo mismo, mas no le quiso recibir el abad de san Millán, queriendo encubrir su mala vida, porque mucho aborrece a todo amador de bondad, el que desea seguir la maldad.
Y viendo santo Domingo [96rb] que no le quería recibir el abad de S. Millán, fuese a un ermitaño que moraba allí cerca en una ermita pequeña, y habiendo con el consejo del desprecio de la vida seglar, díjole el ermitaño. Si te agrada de morar en este lugar: yo te lo dejaré, e iré a buscar para mi otro. Y respondióle Santo Domingo y dijo. No quiero yo ser acorrido de tus trabajos, que seas tú privado de lo que has luengo tiempo aparejado. Y despidióse aquel santo ermitaño, y fuese a tierra de Bureba, acerca el camino por donde van a Santiago los peregrinos e hizo allí una iglesia pequeña, a honra de nuestra señora, y moró allí por espacio de cinco años o más, y plantó una huerta con unas viñas y arboledas.
Y en este tiempo vino un santo obispo que había nombre Gregorio, a predicar en España la palabra santa. E oyendo santo Domingo su fama, fuese para él por hartar su [96va] ánima de su doctrina saludable, y anduvo con él gran tiempo, hasta que murió aquel tan noble predicador. Y santo Domingo viéndose privado de aquel tan santo patrón, comenzó a pensar qué estado seguiría para se salvar, y escogió de ir a morar a un lugar, donde pudiese partir con los pobres de nuestro señor Jesucristo, todo lo que tenía. E fuese a morar a la ciudad que es ahora llamada santo Domingo de la calzada, a do es fundada en su nombre una iglesia catedral en que está su cuerpo. Y aquel lugar era entonces espeso y lleno de árboles, y de ladrones, y muy peligroso a los que pasaban por él, como quiera que es ahora abundoso, y delectable, y de mucho placer.
E hacíase entonces allí un mal paso por las muchas aguas que allí se allegaban, y pensó de hacer una puente por do fuesen los que por allí pasaban. E hizo primeramente para sí una casa, y una iglesia pequeña, a honra de la virgen bienaventurada adonde oraba. E demandó ayuda a los lugares que estaban alrededor, para hacer la puente que quería edificar a honra del salvador, y los moradores de la tierra, viendo ser obra muy piadosa la que quería hacer el santo varón, acorriéronle con toda devoción.
E un día de fiesta, estando el pueblo en misa en la iglesia, demandó ayuda a los que estaban en ella. Y ellos oyendo su petición buena unos le ofrecían los bueyes, y otros los carros, y otros le prometían de ayudar con sus personas. E queriendo un aldeano indevoto y malo escarnecer al varón santo, mandóle para un día dos toros que tenía en los montes muy bravos, y díjole. Yo tengo dos toros en los montes, a mi me place de te los dar un día para trabajar en esta puente, con condición que vayas tu por ellos y los ayuntes al carro. E santo Domingo teniendo su corazón en el cielo, sonriéndose de aquella condición, dijo. A mi place de cumplir con el ayuda del señor tu condición. Y fuese el santo varón al monte a do estaban los toros, y ellos viéndolo dejaron toda su braveza, y viniéronse para el, y el unciólos al carro. E llevaron su carga mejor que los otros bueyes domados, para edificar la puente que hacía el varón santo. E viendo aquel aldeano este milagro tan claro y maravillándose dél, ofreció a sí, y a todo lo suyo al servicio de santo Domingo, y moró con él dende adelante.
Y en ese mismo tiempo trabajaba san Juan de Ortega en adobar los caminos, para que pasasen los peregrinos sin peligro por ellos, y oyendo la fama de santo Domingo, fue lo a visitar, y vieron entrambos a dos gran alegría de su vista. Y moraron en uno muchos días, y trabajaban por acabar aquella obra de piedad.
E un día fueron entrambos a los lugares que estaban acerca, a demandar ayuda a los moradores de la tierra, según les prometieran, y fue san Juan a los llamar y allegar, y quedó santo Domingo en la celda a orar. E cargados los carros íbase san Juan a la puente con los aldeanos, llegando a la carrera de Santiago, que está entre la ciudad de santo Domingo, y de Grañón, comenzaron de ir departiendo, y de espacio, el y los aldeanos, e íbanse adelante los carros, e iban delante de todos los bueyes con un carro, dos novillos, que habían sido nuevamente domados. E a las veces salían de la carrera, y a las veces se tornaban a ella. E yendo en tal manera pasó la una rueda del carro sobre un peregrino que estaba durmiendo en la carrera, un poco apartado de donde está ahora la puente de piedra. E viendo esto los aldeanos, que iban con san Juan comenzaron a dar voces y a se turbar.
E pensando san Juan que era aquella obra de Satanás por [96vb] estorbar el bien que habían comenzado a obrar, dijo. No nos será contado a pecado lo que nosotros hacemos por bien, y piedad, porque no acaeció de nuestra voluntad. Y los que iban allí oyendo esto, cesaron algún poco de dar voces, y se turbar, y fuese San Juan al lugar adonde estaba en oración santo Domingo y díjole lo que había acaecido. E oyendo santo Domingo esto, hubo gran dolor, y comenzó a se retorcer, y gemir, y llorar, y rogó a san Juan que fuese a hacer descargar los carros, y a dar de comer a los aldeanos y él quedó a orar en la iglesia. Y llorando con gran amargura de corazón puso las rodillas en tierra, y rogó al señor que quitase de aquella su obra tal difamación. Y como los aldeanos acabasen de comer, y quisiesen tornar a sus casas: llegó santo Domingo a ellos, y saludólos con palabras muy mansas, y díjoles. Vamos hermanos, y enterremos el cuerpo de aquel finado. E los aldeanos oyendo esto, fuéronse con él para lo traer, y enterrarlo. Y llegando acerca del cuerpo del finado, comenzó santo Domingo a sollozar, y llorar, y puso las rodillas en tierra: y fuese así de rodillas hasta el lugar a do estaba el cuerpo, y llegando derribóse sobre él, y dijo.
Señor Dios mío, y padre todo poderoso que me trajiste a morar a este lugar, por tu poderío maravilloso, muestra ahora señor tu virtud, porque todas las cosas que son edificadas en este lugar, y las que se han adelante de edificar, sean conocidas ser edificadas a tu servicio, y alabanza, y el enemigo del linaje humanal no pueda apartar los corazones de los fieles de la carrera de la verdad, y conozcan todos claramente, que este lugar es edificado a tu servicio para siempre, y manda tornar este cuerpo la anima que en él solía estar, porque esta tu criatura pueda predicar a los pueblos la gloria de tu poderío: y este lugar sea poblado a gloria de tu nombre, y de tu majestad, y no haya yo de dejar de acabar, lo que he comenzado a servicio tuyo, el cual en la Trinidad acabada vives y reinas por siempre. Amén.
Y después que santo Domingo hubo acabado esta oración, tomó por la mano al finado, y dijo a alta voz. Levántate hijo, en el nombre de nuestro señor Jesucristo, y da gloria a Dios y ve y acaba tu romería. E acabadas estas palabras levantóse el finado sano y alegre: así como si se levantase de dormir, y fuese con el varón santo a su celda. E moró algunos días allí con él, y recontaba a los que querían oír, las cosas que en la otra vida viera después de su fin. Y fuese después a su romería, y acabada su peregrinación tornóse a su tierra, y predicaba a todos públicamente el milagro que le acaeciera.
Y después que aqueste milagro fue predicado por tierra de Rioja, comenzaron muchos a visitar a santo Domingo, y a le honrar, y a le ayudar dende adelante en aquella obra mucho más. E los aldeanos que fueron presentes a este milagro, ofrecieron devotamente a sí, y a sus cosas al servicio de santo Domingo. E oyendo decir san Juan: que los caminos que reparaba eran ya destruidos, por su gran ausencia, despidióse de santo Domingo, y fuese a los reparar según que acostumbrara primero hacer, y acabada la puente, vino por allí santo Domingo de Silos, y convidólo santo Domingo de la calzada, y llevólo consigo aquella noche a su posada. E a la mañana predicó santo Domingo de Silos la palabra de Dios. Y despidióse de santo Domingo de la calzada, y fuese a su monasterio de Silos.
Y después desto hizo el bienaventurado santo Domingo de la calzada un hospital arrimado a su casa, para aposentar en él los peregrinos que pasaban [97ra] e hizo acerca dél un pozo para sacar agua. E creyendo los moradores del lugar que llamaban Fayola que hacía santo Domingo aquesto en el término que pertenecía a ellos, y en su perjuicio, quisiéronlo apedrear así como a loco el día de san Emeterio y Celedonio. El viéndolos venir muy sañosos saliólos a recibir, y preguntóles que qué les placía, y ellos respondieron que lo venían a apedrear, y él sonrióse, y respondióles y dijo. Si yo os hago injusticia, e injuria, presto soy a satisfacer y a hacer lo que a vosotros viniere en placer, y pluguiese a Dios que fuese yo apedreado por la justicia. Y ellos oyendo su respuesta llena de humildad tornáronse a sus casas en paz.
Y dende algún tiempo fue santo Domingo al obispo de Nájera, que había nombre don Pedro, y rogóle con mucha humildad, que le pluguiese de consagrar la iglesia del Salvador, que él trabajara por edificar. E no se lo queriendo el obispo otorgar tornóse el varón santo triste a su casa. Y el obispo cayó luego en una gran enfermedad, y fue della trabajado por espacio de un año, y pensando en la razón de su enfermedad dijo dentro en su conciencia. Yo pequé por no me inclinar al ruego de aquel varón santo, que me rogaba que consagrase su iglesia. Y envióle licencia para la consagrar, y sanó luego de la enfermedad. Y el obispo viéndose sano fuese para santo Domingo, y consagróle la iglesia con gran solemnidad, y estableció en ella una cofradía, e hízose él mismo cofrade de ella.
E moró santo Domingo en aquel lugar sesenta años, o poco menos, trabajando siempre en el servicio de nuestro señor Jesucristo. E santo Domingo plantó una huerta cerca del hospital: para mantenimiento suyo, y de los peregrinos que venían a él a posar, y un pastor de un lugar que estaba ahí cerca dél, escarnecía dél, y pisábasela, y pasciásela con su ganado, y rogóle muchas veces el santo varón que no lo hiciese, mas él no lo quiso dejar de hacer. E díjole santo Domingo, tu me mueves a saña, mas el señor tomará de ti venganza, y te porna en escarnio y denuesto delante todo el pueblo. Y luego aquel mezquino fue hecho corcovado y sordo, y no sanó de aquel mal hasta que salió de aquesta vida.
Y santo Domingo hizo para sí una sepultura de piedra, siete años antes que muriese, e henchíala cada año con cebada, y daba a los pobres. E una vez vínolo a ver una su comadre, y díjole el santo varón. Comadre mía devota al señor, ven y verás la casilla que he hecho para mi enterramiento. E fuéronse entrambos a la ver, y andando al derredor de ella, dijo la comadre: Por qué hiciste aquesta sepultura adonde ha de ser enterrado tu cuerpo tan arredrado de la iglesia. Y respondióle santo Domingo, y dijo. Si al señor pluguiere que mi cuerpo sea enterrado en la iglesia, él ordenará como sea hecha otra iglesia cerca. E así lo vimos ahora cumplido según él dijo, porque manifiesto es que después fue edificada la iglesia adonde estaba su sepultura hecha.
Y resplandeciendo santo Domingo por aquestos milagros, y por otros semejantes, y sufriendo en paciencia muchas tentaciones, y contrariedades, murió a mil y ciento y nueve años de la encarnación del señor a doce días andados del mes de Mayo, y fue enterrado su cuerpo en la sepultura que él había hecho, y su ánima subió a la claridad de la bienaventuranza del cielo. Y después de su muerte un aldeano de aquella tierra quiso cortar con un destral unos árboles que santo Domingo plantara en su huerta, y fuera della, y reprehendíanlo dello los vecinos, que moraban cerca, mas él no queriendo cesar en los cortar y desarraigar, fue herido del azote divinal, y privado [97rb] de la vista corporal.
E como un buey viniese cansado de arar, echóse a descansar sobre la sepultura desde santo varón, y queriéndose dende algún espacio levantar, reventó y murió. E viendo aquesto los moradores de aquel lugar, comenzaron a haber en reverencia singular la sepultura, a donde estaba enterrado el cuerpo del glorioso y bienaventurado santo Domingo: y cercáronla de estacas, y piedras hasta que fue fundada sobre ella una iglesia pequeña.
Era un caballero natural de Francia, y muy atormentado del demonio, e iba a visitar el cuerpo del bienaventurado apóstol Santiago, por alcanzar sanidad, y llegando al lugar a do estaba enterrado el varón santo, atáronlo los que lo traían de pies y de manos, y llegáronlo a su sepulcro contra la voluntad del espíritu malo, y luego fue sano. Y desque el caballero se vido sano, tomó su camino para Santiago. Y desque tornó de Santiago, y llegó acerca de la puente de santo Domingo, acordándose que fuera librado por sus merecimientos, fue de hinojos desnudas las rodillas hasta el monumento, y veló allí esa noche y ofreció muchos dones, y tornóse con alegría a su tierra, haciendo muchas gracias por el beneficio que recibiera.
E dos hermanas fueron al lugar adonde estaba enterrado el cuerpo de aqueste varón bendito a vender sus mercaderías a los peregrinos, y estando allí tres días vendiendo, paró mientes la una dellas con gran diligencia cómo ofrecían los peregrinos al sepulcro de santo Domingo, y yéndose los peregrinos, fingió que era religiosa, y peregrina, y llegó a besar el sepulcro de santo Domingo, y hurtó de la ofrenda, que era allí ofrecida, y fue luego privada de la vista. E viéndola la hermana andar por la iglesia, estropezando, y así como fuera de seso, llegóse a ella, y preguntóle qué había, y ella contóle lo que le acaeciera. Y fuéronse entrambas al sepulcro del varón santo, y comenzaron a demandar perdón con lágrimas de la culpa pasada, y fue luego sana, la que fuera ciega.
Y creciendo el río de la villa de Rioja, que pasa por Santo Domingo, así espantó a los moradores del lugar que temieron de se sumir. Y no habiendo confianza en ayuda humanal fuéronse a encomendar con gemidos al sepulcro del glorioso santo Domingo, y tornóse luego a su canal el río que poco antes parecía mar.
E como una vez fuesen los cristianos a pelear contra los moros, un cristiano fue preso, y metido en una cárcel oscura, y de gran espanto, y atormentado de diversas maneras. Y el Cristiano viéndose así atormentado, encomendóse a este glorioso santo, y aliviósele el trabajo, y acorrióle el glorioso Santo Domingo, y sacólo por medio de los moros con sus grillos, y llevólo a un lugar más arredrado, y él quebró allí las cadenas, e hizo muchas gracias a Dios, y a santo Domingo, y vino a visitar su sepulcro, y colgó allí delante dél sus grillos, y moró allí algunos días.
E acaeció otra vez que fue preso de los moros un Cristiano de tierra de Rioja, y fue encarcelado, y como lo atormentasen duramente las guardas, encomendóse a Santo Domingo de la calzada, y llamábalo continuamente que le acorriese. E un día mandó matar un gallo para comer el moro que lo tenía preso, y llamó a las guardas que comiesen allí con él, y dijo uno de los que lo guardaban. Mucho temo que ha de librar a este Cristiano Santo Domingo de la calzada. E díjole el moro su señor. Así como es cosa que no puede ser que cante este gallo que tengo en este asador, así es cosa que no puede ser que libre Santo Domingo a este Cristiano que tengo cautivo. [p7va] Y comenzó luego a cantar el gallo en el asador: así como si estuviera vivo: y entró santo Domingo con gran resplandor a la cárcel, y tomó por la mano al Cristiano que estaba encarcelado, y sacólo de la cárcel: y llevólo al lugar a donde está enterrado su cuerpo santo. Y fue luego desherrado el Cristiano, y fueron colgados de sus hierros delante el sepulcro del varón santo. Y oyendo las guardas, que cantaba el gallo que estaba en el asador, fueron corriendo a la cárcel donde el Cristiano estaba preso, y no lo hallaron dentro, y hallaron que salía de la cárcel olor muy suave. Y después que aqueste milagro fue manifestado, fue traído allí aquel gallo, y hasta el día de hoy están gallinas en la iglesia de santo Domingo de la simiente deste gallo: y han con las plumas de aquellas gallinas algunos enfermos sanidad, por el don de la gracia divinal.
Y estos milagros y otros muchos sin cuento mostró el Señor en los tiempos antiguos por los merecimientos deste varón bienaventurado santo Domingo. Y según afirman los peregrinos que pasan por [p7vb] allí de Italia, muchos milagros se hacen por los merecimientos deste santo varón en tierra de Asia, y como los moradores de santo Domingo estuviesen una vez puestos en gran temor de la gente de armas del rey de España, que se acercaba, y viniese por capitán un hermano del Rey, que había nombre don Enrique, fuéronse algunos dellos al sepulcro deste varón santo a se encomendar a él, y oyeron un sonido muy espantable dentro del monumento. E vieron adesoza las manos de santo Domingo blancas como la nieve estar alzadas hasta el agujero que está ahora a los pies de su sepulcro que rogaba por la salud y libramiento de sus ciudadanos.
Otros muchos milagros hizo el Señor por los merecimientos deste santo varón. E aun recuentan los peregrinos, que vienen por allí de Italia muchos milagros que se hacen en aquellas partes por los merecimientos de santo Domingo siervo de nuestro señor Jesucristo, el cual con el padre, y con el espíritu Santo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.
(Pedro de la Vega, Flos Sanctorum…, Sevilla 1580, parte 2, folios XCVIr-XCVIIv.)
[ Se ha fragmentado en párrafos un texto que va seguido a lo largo de ocho columnas. ]
Flos sanctorum · Sevilla 1580
Esta es la última compilación deste libro, que hizo fray Pedro de la Vega de la orden del glorioso san Jerónimo. Comenzó esta obra en el monasterio de la bienaventurada virgen y mártir santa Engracia, de la noble ciudad de Zaragoza, del reino de Aragón: y concluyóla y dióle fin, en el susodicho monasterio a XXV de Septiembre, año del Señor de M.D.XXI. Fue este libro cuanto a su primera parte reconocido y emendado otra vez, y en muchas cosas añadido por el mismo autor, en el año de M.D.XLI. E después en Sevilla ha sido corregido y enmendado, y añadido, de algunas vidas de Santos que faltaban por el muy reverendo señor doctor Millán.
(Flos Sanctorum…, Sevilla 1580, parte 1, folio CXIIv.)
Síguese la segunda parte del Flos Sanctorum. Han se añadido en esta última impresión algunas vidas de santos que hasta ahora no se habían puesto: y emendado otras de las impresiones pasadas, y otras añadidas, como se puede ver en la primera hoja de la primera parte deste libro, y ahora en esta última impresión que es hecha en esta ciudad de Sevilla, van añadidas otras vidas que en otros Flos Sanctorum no solían andar. Van quitadas las Etimologías de los vocablos que no son de la sagrada Escritura, y más corregido que hasta aquí. Y otras cosas, como parece en la primera hoja de la primera parte donde se pone la tabla de estas fiestas.
(Flos Sanctorum…, Sevilla 1580, parte 2, folio Ir.)
A gloria y alabanza de Nuestro Señor Jesu Cristo, y de la gloriosísima virgen santa María su santísima madre. Hace fin el presente Flos sanctorum: el más copioso y añadido que hasta ahora ha sido impreso. En Sevilla en casa de Fernando Díaz impresor de libros.
A costa de Francisco de Cisneros.
Año 1580.
(Flos Sanctorum…, Sevilla 1580, parte 2, folio [CCLXXXIr].)