logo Fundación Gustavo BuenoFundación Gustavo Bueno

Teselas

Señas de identidad

Gustavo Bueno ofrece una crítica de la expresión “señas de identidad”, que se utiliza mucho en nuestros días en contextos políticos y culturales. Algunos atribuyen el origen de la expresión a Juan Goytisolo (Señas de Identidad, 1966) y la cuestión es que comenzó a utilizarse profusamente, junto con el concepto de “hecho diferencial”, en la época de la transición política española.

Es una expresión que se utiliza sin darle mayor importancia, pero que sin embargo la tiene, mucha y grave, porque es una expresión insidiosa, ambigua, y con segundas intenciones, es decir, quien la utiliza como una expresión neutra seguramente no se da cuenta de lo que contiene, o de los sentidos que muchos inyectan a esta expresión aparentemente inocente.

La razón es la siguiente: que al hablar de “señas de identidad” se pide el principio, se supone que la identidad ya preexiste. Se supone que ya hay una identidad preexistente, y como dijimos en la tesela sobre Unidad e Identidad, identidad que presupone ya una unidad, cuyas señas de identidad se establecen, es una unidad de partes trabadas, unidas y solidarias frente a otros sujetos, culturas, autonomías, pueblos, naciones, donde estas señas de identidad sirven de definición de esa identidad presupuesta.

Ahora bien, ocurre que estas señas de identidad por sí mismas encubren una confusión, en términos tradicionales, en la tradición de los predicables de Porfirio. Las señas de identidad vienen a ser predicables de un sujeto, y todo el mundo recuerda que la identidad, en los predicados de Porfirio, tenía que ver con la relación que había entre los predicados y el sujeto (el hombre tiene predicados tales como animal, racional, risible...).

Pues bien, las llamadas señas de identidad confunden sencillamente, o no aclaran, y permiten la confusión, entre las señas de identidad que expresan una unidad efectiva y real, esencial, y las que expresan simplemente una serie de conceptos accidentales, que son secundarios, transitorios, y que muchas veces se utilizan para encubrir o sugerir que hay una diferencia o una unidad que no existe.

Un ejemplo hipocrático: los síntomas o “señas de identidad” de un tumor, consistentes en el calor, el dolor y el rubor. Podría decirse que el calor, el dolor y el rubor son “señas de identidad” del tumor, pero ni siquiera serían señas distintivas, puesto que calor, dolor y rubor pueden estar presentes en un organismo sin necesidad de que exista tumor. Sólo cuando se presuponen ya la identidad, en este caso el tumor, se convierten en señas de identidad del tumor.

Cuando las “señas de identidad” se aplican a una sociedad, a una cultura, a una autonomía, presuponen ya esa identidad, esa unidad, esa diferencia con los demás. El concepto de señas de identidad pide pues el principio.

Y lo más grave es que, en general, la política que hemos ido viendo en estos años con las autonomías en la democracia española, es que tales señas de identidad de cada autonomía han ido siendo creadas ad hoc para sugerir unas diferencias que no se dice que no existan, pues todo es diferente de todo, pero al seleccionar un conjunto de señas de identidad, llamándolas así, se está sugiriendo que hay una realidad esencial ya presupuesta expresada en esas señas de identidad: la butifarra o la sardana como señas de identidad catalana. Se está sugiriendo que hay una unidad y una identidad esencial, que es la que no existe, y donde tales señas de identidad reconocidas, en la mayor parte de los casos, no son más que accidentales y ridículas.


Gustavo Bueno, Señas de identidad

Tesela nº 17 (Oviedo, 11 de febrero de 2010)

Transcripción GTGB ⋅ t017
Señas de identidad
1 ❦ 00:00

En una tesela anterior hablamos de identidad y de unidad. Hoy vamos a hablar de “señas de identidad”{1}.

2 ❦ 00:12

Es una expresión muy común en nuestros días, se utiliza muchísimo, sobre todo en el terreno político y cultural; pues, las señas de identidad de la cultura catalana, las señas de identidad de Francia, las señas de identidad del País Vasco. Es decir, las señas de identidad es un concepto que no conozco precisamente el origen de esta expresión, algunos se lo atribuyen a Goytisolo, hace treinta y tantos o cuarenta años. Pero la cuestión es que se ha extendido completamente y que el concepto de señas de identidad es utilizado profusamente haciendo juego con otro concepto también que se utilizó mucho en la Transición, que era el concepto de “hecho diferencial”. En cada Autonomía, cuando se hizo la España de las autonomías, había una preocupación constante para establecer los hechos diferenciales, que diferenciaban, pues qué sé yo, a Castilla La Mancha de Castilla-León, a Valencia de Aragón, y así sucesivamente. Pero las señas de identidad, yo creo que prevalecieron. Entonces, es una expresión que se utiliza sin darle mayor importancia, pero que sin embargo yo creo que la tiene, mucha y grave. Porque es una expresión a mi juicio insidiosa, ambigua y con segundas intenciones. Es decir, que el que la utiliza como una expresión simplemente neutra, seguramente no se da cuenta de lo que contiene, o de los sentidos que muchos inyectan a esta expresión, ya digo, aparentemente, inocente.

3 ❦ 01:59

La razón es la siguiente. Que al hablar de señas de identidad, se pide el principio, se supone que la identidad ya preexiste, ésa es la cuestión. Se supone que hay una identidad ya preexistente, identidad que a su vez, como ya dijimos en la otra tesela, presupone una unidad. Y que la unidad de este sujeto –vamos a llamarla x– cuyas señas de identidad se establecen, es una unidad de partes trabadas, solidarias. Y solidarias frente a otros sujetos, en este caso culturas, autonomías, pueblos, naciones, &c. Y, que estas señas de identidad, pues un poco, sirven de definición de esa unidad presupuesta y de esa identidad presupuesta.

4 ❦ 02:52

Ahora bien, ocurre que estas señas identidad, por sí mismas, tienen una confusión, expresada en términos tradicionales. Me refiero a la tradición de los predicados de Porfirio{2}, precisamente. Las señas de identidad vienen a ser predicados de un sujeto. Y todo el mundo recuerda que la identidad, en los predicados de Porfirio, tenía que ver con la relación que había entre los predicados y el sujeto. Por ejemplo, si el sujeto es hombre, pues tiene predicados tales como animal, como racional, como risible y cosas de ese tipo. Pues bien, las llamadas señas de identidad, confunden a mi juicio, o no aclaran y permiten la confusión entre las señas de identidad que expresan una unidad efectiva, y real, y esencial. Y las que expresan simplemente una serie de conceptos accidentales que son secundarios e incluso transitorios, y que muchas veces se utilizan para encubrir precisamente, o para sugerir que hay una diferencia (o una identidad, o unidad), que no existe.

5 ❦ 04:10

Un ejemplo, vamos a llamarlo “hipocrático” (puesto que la idea de señas de identidad se puede aplicar no solamente a contextos políticos o culturales, sino orgánicos y naturales), por ejemplo a un tumor. Mucha gente recordará aquellos famosos síntomas –señas de identidad, diríamos– del tumor, consistentes en el calor, el dolor y el rubor. Entonces se podría decir, “éstas son señas de identidad del tumor”. Pero claro, estas señas de identidad ni siquiera serían señas distintivas, puesto que el rubor, el calor y el dolor pueden estar presentes en un organismo sin necesidad de que haya un tumor. Es decir, que las señas de identidad, solamente cuando presuponen ya la identidad –en este caso de un tumor– son, entonces, señas de identidad. Solamente, cuando las señas de identidad, aplicadas a una sociedad, a una cultura, a una autonomía, presuponen ya esa entidad, esa unidad y esa diferencia con lo demás, entonces pueden ser llamadas señas de identidad. El concepto de señas de identidad pide, pues, el principio.

6 ❦ 05:36

Y lo más grave es que, en general, la política que hemos ido viendo estos años de autonomías en la democracia española, las señas de identidad de cada autonomía han ido siendo creadas ad hoc, ex profeso, precisamente para sugerir unas diferencias que no digo que no existan, puesto que todo es diferente de todo, “no hay dos hierbas iguales”, decían los estoicos. Todo es diferente de todo, pero al recoger, al seleccionar un conjunto de señas de identidad –llamándolas así– se está precisamente sugiriendo que hay una realidad esencial que está presupuesta, y que está expresada en las señas de identidad, que es lo esencial. Pongamos por caso, si decimos que las señas de identidad de la comunidad catalana es la butifarra, la sardana, pues claro, serán señas de identidad, pero las butifarras y cosas muy parecidas las hay en otras autonomías, y la sardana lo mismo. Es decir, la cuestión es ver si aquello es esencial para que Cataluña se separe de España o no, o si más atrás de estas diferencias se pueden encontrar, en cada una de las veguerías de Cataluña, o de cualquier otra provincia limítrofe.

7 ❦ 07:02

Sin embargo, al expresar señas de identidad, repito, estamos sugiriendo que hay una unidad y una identidad esencial, en el contexto al que se refiere, que es la que no existe, y que es la que se quiere dar a entender, precisamente mediante estas señas de identidad, que son, en la mayor parte de los casos, accidentales e incluso ridículas.

Final ❦ 07:26

——

{1} Véase: Gustavo Bueno, “Hacia un concepto de cultura asturiana”, Prólogo a la Guía de la cultura asturiana de Francisco G. Orejas (Cañada editor, Gijón 1982), recogido en el libro Sobre Asturias (Pentalfa, Oviedo 1991, págs. 21-37) y “Filosofía de la sidra asturiana”, en El libro de la sidra, Pentalfa, Oviedo 1991, págs. 33-61. El mito de la cultura (1996), Pentalfa, Oviedo, 2016.

{2} Gustavo Bueno: “Predicables de la Identidad”, El Basilisco, núm. 25, 1999.

GTGB

Unidad e identidad

• “Señas de identidad

Etnocentrismo cultural, relativismo cultural y pluralismo cultural