El Comentario Asturias, martes 14 de noviembre de 2006 |
Escandalera |
Guillermo Caso de los Cobos |
Gustavo Bueno |
Cuando uno lee la bazofia furibunda que le ha dado por escribir al periodista Faustino F. Álvarez contra Gustavo Bueno, es imposible no preguntarse las razones por las cuales se lanza a tan estúpida e inútil tarea. Para mí es obvio que, a estas alturas del nefasto cotarro progre-masónico-zapateril-alicia-sociata que venimos soportando estoicamente, tanto cuando eran oposición como ahora que están en el gobierno, las densas y abrumadoras argumentaciones dialécticas del profesor Bueno en su contra han colmado ampliamente los vasos de la paciente tolerancia meliflua que gustan ejercer sin venir a cuento, más que para disimular su cinismo político. Quiero decir, sin más rodeos, que en los ámbitos sociatas del mundo maravilloso de Alicia-Zapatero se han cansado de mirar para otro lado cada vez que Gustavo Bueno los pone en la picota por su errática y perniciosa política para los intereses de España y sus gentes. El malestar viene, lógicamente, de lejos, pero, como todas las cosas, éstas van tomando forma. Hasta ahora podían dejar de lado, a duras penas, el enfrentamiento directo con Gustavo Bueno, pues, al fin y al cabo, sus últimos libros atendían –desde su perspectiva equivocada– a cuestiones generales, siempre discutibles, pero no «excesivamente cercanas», tales como el debate sobre los conceptos de paz, de guerra, de globalización, de la felicidad, del mito de la izquierda o si España es otro mito o no, &c. Pero, claro está, en cuanto sale a la luz su último libro Zapatero y el pensamiento Alicia, la crítica implacable de Gustavo Bueno la sintieron hasta la médula del hueso. Pues ya no estamos aquí ante debates conceptuales más o menos genéricos y «alejados», o como le gustaría decir a Zapatero en su ignorancia, «semánticos», sino ante un verdadero ataque en toda la línea de flotación de la irresponsable política zapateril que se nos brinda, y esto, naturalmente, atañe de modo muy serio no solo al presidente del Gobierno, sino a todo militante que se precie del PSOE. Esto es, no hay más remedio que salir a escena y lidiar con el maestro Gustavo Bueno ofreciendo algún tipo de respuestas. Se acabaron las neutralidades engañosas y las treguas «semánticas». De algún modo ha debido existir orden desde Ferraz de que hay que atajar la trascendencia política (la filosófica dejémosla para otro momento) del último libro de Gustavo Bueno. Y así, manos a la obra, primero se lanzan al ruedo los diputados Lastra y Sariego, les acompaña seguidamente el hacedor literario Pedro de Silva, y ahora tenemos en el «candelabro» a Faustino F. Álvarez «dándolo todo», el muy audaz. Y, evidentemente, y como no podía ser de otra forma, porque además es imposible, en vez de presentar algún argumento decente contra las argumentaciones de Bueno han ido de forma directa y zafia contra su persona, como ha puesto ya en evidencia el propio interesado. Ni que decir tiene que, en el último caso, el tal Faustino F. Álvarez se ha pasado unos cuantos pueblos en su burda y traidora manera de criticar a Bueno. Quien critica se critica, y el propio Bueno ya ha dado buena cuenta de él. Cuando presuntamente se tienen experiencias, como las que denuncia el propio Bueno, no se está en las mejores condiciones para exigir comportamientos ejemplares a los demás. La conclusión, en todo caso, es evidente, y la expuse públicamente hace años en un artículo: la filosofía materialista que ejerce Gustavo Bueno es totalmente incompatible con los delirios políticos de la progresía sociata. Y de la excrecencia alicia-zapateril, excuso decir. Recuerdo que cuando publiqué aquel artículo (año 1995), titulado «Las diez tesis de Gustavo Bueno» (reflexiones a adoptar ante la venida del segundo milenio), tuve muchos amigos desde los ámbitos izquierdosos que no sólo me manifestaron su profundo desacuerdo, sino que incluso me afearon, muy disgutados, mi conducta por haber escrito aquello. Supongo que hoy en día más de uno cavilará. Y téngase en cuenta que no es ésta una cuestión sin importancia, que se pueda dirimir llamando «facha» a Gustavo Bueno, tal como hacen al uso con todos los que se les oponen. Pueden estar seguros que les preocupa muchísimo que Gustavo Bueno no les alabe las políticas alícicas y absurdas de Zapatero que se tragan sin rechistar. No es nada cómodo ver cómo Bueno tritura y desmonta sin piedad los falsos fundamentos en los que la progresía basa toda su actual actividad política, toda su concepción del mundo llena de irracionalidades hasta en la sopa de las maravillas zapateriles. |
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