Oviedo Diario nº 194, sábado 14 de octubre de 2006 |
Culturas páginas 34-35 |
Zapatero en el país de las maravillas |
Gustavo Bueno vuelve a la carga con su último libro, tan feroz y provocador como siempre, aunque esta vez más cercano y menos académico. En Zapatero y el Pensamiento Alicia. Un presidente en el País de las Maravillas, Bueno escoge algunos ejemplos de decisiones o pensamientos políticos barajados recientemente por el presidente del Gobierno y su partido, para, con la contundencia a la que nos tiene acostumbrados, demolerlos, despojándolos de retórica y evidenciando un simplismo que el profesor considera muy preocupante, pues bien pueden transformarse en «pensamientos falsos, hipócritas y de mala fe». El filósofo critica las «ensoñaciones» del PSOE al llamar personas humanas a los simios, progenitores A y B a los miembros de parejas homosexuales a los que se les ha concedido un niño en adopción, y acusa a Zapatero de plantear una Alianza de Civilizaciones sin delimitar antes cuáles son éstas, encubriendo así los problemas reales de la gente bajo una nebulosa fantasiosa y carente de contenido. Gustavo Bueno, de nuevo, apunta y dispara sin callarse ni una sola coma. He aquí, un extracto de Zapatero y el Pensamiento Alicia, que, esta semana, acaba de llegar a las librerías de toda España. Gustavo Bueno compara el cuento de Lewis Carroll Como vemos, ya en el comienzo de Alicia en el País de las Maravillas, así como en otros pasajes del mismo autor, Lewis Carroll, un profesor de matemáticas y lógica que enseñó en Oxford, el Pensamiento Alicia procede representándose un mundo distinto del mundo real, y no sólo esto, sino, lo que es más interesante, un mundo al revés de nuestro mundo, como es propio del mundo de los espejos. Por ejemplo, en ese mundo representado por el pensamiento Alicia, ya no hay fronteras entre las naciones, porque no hay naciones; ni hay fronteras entre las personas humanas y los simios, porque todos se confunden en una igualdad más allá de la humanidad. Pero al representarse el mundo al revés, el pensamiento Alicia no quiere tener conciencia de las dificultades que habría que vencer para llegar a él, ni, por tanto, de los métodos o caminos que sería preciso habilitar. Todo es mucho más sencillo: se tiene la voluntad de pasar a ese mundo al revés y basta. También Alicia entró en el País de las Maravillas cuando, en el campo, después de ver a un conejo blanco que sacaba un reloj del bolsillo de su chaleco, lo miraba y echaba a correr desapareciendo en una ancha madriguera que se abría debajo del seto, corrió tras él y llegó hasta la boca de la madriguera: «Un momento después, Alicia se metía tras el conejo en la madriguera... Alicia no tuvo tiempo siquiera de pensar en detenerse antes de encontrarse cayendo en un pozo muy profundo» (o acaso, como hubiera dicho Galileo, apelando a su principio de la relatividad, cayendo tan despacio que la lentitud de su caída le producía la impresión de estar cayendo en un pozo muy profundo). Alicia entra en un mundo maravilloso, incluso, como decimos, en un mundo al revés del nuestro. Allí, el fuego de las chimeneas arde, pero ya no quema: parece que estamos ante el fuego de una p= az bienhechora y no ante el fuego destructor de la guerra. Y en esto se diferencia el modo de pensar de Alicia, el «Pensamiento Alicia», del modo de pensar utópico. Porque el pensamiento utópico –el «Pensamiento Mao», el «Pensamiento Gonzalo» (el de Sendero Luminoso)– aunque también suele representar un mundo maravilloso, incluso un mundo al revés (porque «otro mundo es posible»), mantiene la conciencia de las dificultades que median para llegar a él, dificultades que exigen incluso una o muchas revoluciones sangrientas. «Sobre la Alianza de las Civilizaciones» Piensa Alicia: «La Alianza de las Civilizaciones es el primer paso obligado para alcanzar la Paz universal» Alicia parece presuponer que existen actualmente en el planeta diversas «civilizaciones» (otros acaso las llaman «culturas») que se encuentran muy distantes entre sí y que incluso mantienen relaciones de abierta hostilidad. Y supone también Alicia que estas relaciones, de distancia o de hostilidad, no debieran continuarse: ¿acaso no son todas estas civilizaciones productos históricos del Hombre?, ¿cómo podría el Hombre sentirse ajeno a lo que también es humano? «Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno.» ¿Y cómo entre las cosas del hombre podría no haber una profunda armonía? Si exploramos en el fondo de los hombres podremos llegar hasta un estrato común en el que todos nos reconoceremos mutuamente, nos enriqueceremos unos a otros y llegaremos a la necesidad de establecer entre nosotros no relaciones de distancia o de hostilidad sino de Alianza entre las Civilizaciones. El Pensamiento Zapatero de la «Alianza de las Civilizaciones» tiene, como el humo, gran capacidad expansiva. El pensamiento de una «Alianza de las Civilizaciones», fruto emblemático del «Pensamiento Zapatero», tal como nos ha sido presentado por los medios de comunicación y, en particular, por la revista femenina Marie Claire, durante la visita de su creador a la sede de la ONU en Nueva York, es, en efecto, un genuino espécimen del «Pensamiento Alicia». Nos pone este pensamiento –el Pensamiento Zapatero– ante un escenario planetario muy próximo en el cual las civilizaciones realmente existentes habrán dejado de alimentar sus conflictos (el Pensamiento Zapatero sale así al paso de las pretensiones de Huntington, en el sentido de que los conflictos entre las civilizaciones son inevitables) y habrán olvidado sus guerras, llegando a comprenderse y abrazarse, aceptando unos los credos de los otros. «Ésta es la casa de todos, sin diferencias, de los ricos y de los pobres, de los países con historia y de los que apenas tienen, de los que creen en Dios, o en varios dioses, y de los que no creen. Fue en esta sala –dice el Pensador (Rodríguez Zapatero)– donde tuve la certeza de lo necesaria que resulta la Alianza de las Civilizaciones.» De este modo cristalizó, según informe de su autor a la citada revista femenina, lo que ahora llamamos «Pensamiento Zapatero». Un mundo feliz Un pensamiento que nos ofrece la representación de un mundo futuro pacífico, feliz y «a la mano», pero sin decirnos los medios que pueden conducir a él, ni los métodos que nos van a permitir evitar las guerras, las diferencias entre los pobres y los ricos, o las distancias entre los politeístas, los monoteístas o los ateos. Simplemente se nos pone delante de este mundo maravilloso como algo que ya puede considerarse como dado, porque acaso sólo es la codicia, la estupidez o la ignorancia de algunos hombres lo que nos separa de él. Pero la Alianza de las Civilizaciones está ahí al lado. Bastará que una Asamblea de las Naciones Unidas –cuyo Secretario General, como hemos dicho, ha aceptado el Pensamiento Zapatero– decida reflexionar sobre el asunto para que los caminos hacia la Alianza de las Civilizaciones queden despejados. De hecho la ONU ya ha creado el GAN (Grupo de Alto Nivel) con quince miembros de dieciséis países, del cual forman parte los pensadores que ya hemos citado y muy principalmente el ex director general de la Unesco y actual presidente de la Fundación Cultura de Paz, Sr. Mayor Zaragoza, cuyos pensamientos sobre la Cultura y sobre la Paz Perpetua demostraron ya, desde hace años, su gran disposición para cultivar el tipo de Pensamiento Alicia. Particularmente, el pensador Alicia que antes hemos citado, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, propuso la ampliación de la Alianza de las Civilizaciones a los campos político, cultural y educativo, teniendo en cuenta que en la Agenda de los Objetivos del Milenio, adoptada por la ONU en el año 2000, se incluyen compromisos para la lucha contra el hambre, el Sida, la promoción de la educación, la tolerancia, etcétera. En las reuniones que el GAN celebró a finales de 2005 en Palma de Mallorca, y en otras sucesivas, el Pensamiento Zapatero pudo cristalizar definitivamente su plan de acción. «Civilización» y «Civilizaciones» La característica del Pensamiento Alicia, tal como la hemos dibujado, es la borrosidad de sus referencias internas (literarias) y de las referencias del mundo de quien imaginó el texto literario, la indistinción entre el mundo descrito y el mundo en el que vive su autor. Por ejemplo, porque se supone que el mundo imaginado es el mismo mundo real, su otra cara ya existente y accesible mediante adecuados actos de voluntad. En el caso particular de este Pensamiento Alicia que es el Pensamiento Zapatero se habla de Civilizaciones. Se supone que existen varias, pero no se da referencia alguna ni indicación acerca de la delimitación de tales «Civilizaciones». Pero la primera pregunta que es obligado hacer es ésta: ¿existen siquiera esas «Civilizaciones»? Obviamente esta pregunta está de más en un pensamiento literario como lo era el Pensamiento Alicia de Carroll. Pero esta pregunta no puede ser evitada por cualquiera que tenga responsabilidades políticas, de política real, y no de política ficción. Pues cualquier político que, saliendo de sus preocupaciones domésticas, se enfrenta con «cuestiones que conciernen a la humanidad» (para utilizar la expresión de Thomas Mann) tiene que plantearse, ante todo, la cuestión de la unicidad del hombre (del hombre civilizado en este caso), de la unidad de las civilizaciones. Y si no sabe o no puede plantearse este problema es mejor que se repliegue a su política doméstica y que se dedique por ejemplo, si es legista de gabinete, a oscurecer el significado del sintagma «identidad nacional» que él mismo utiliza para reconocer la identidad de Cataluña. Porque la cuestión de la unicidad del Hombre, de la Civilización, tiene el mismo rango que en su ámbito tiene la cuestión de la unicidad del Mundo y la cuestión de la unicidad de Dios.
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