De Verdad nº 7, abril 2003 |
Unificación Comunista de España UCE |
A. Lozano |
Gustavo Bueno: El mito de la Izquierda |
¿Puede hablarse de la Izquierda como un todo único o existen varias izquierdas? ¿Es la izquierda una actitud política unitaria y una concepción común a todos lo que se reclaman de ella? ¿O, por el contrario, cada una de las corrientes de izquierdas representa una «actitud ante la política y ante la vida» claramente diferenciadas y diversas e incluso, en ocasiones, enfrentadas e incompatibles? Este es, en sustancia, el problema que se propone abordar el profesor Gustavo Bueno en su último libro «El mito de la Izquierda. La derecha y las izquierdas», publicado por ediciones B a principios de este año. En él, Gustavo Bueno –con la erudición, la minuciosidad, el rigor y el estilo combativo que le son propios– se propone transformar un término «confuso y oscuro» como es el de la Izquierda en un concepto «lo más claro y distinto que nos sea posible». Pero, ¿por qué dice el profesor Bueno que el término «la Izquierda» –que todos creemos entender– es un concepto confuso y oscuro? |
Hablar de la Izquierda como un todo único supone hablar de una sustancia o principio activo que estaría incorporado a todas y cada una de las izquierdas, por distintas que estas sean y actúen en la realidad. Hablar de la Izquierda en estos términos es remitirse a una supuesta esencia, universal, inmutable e inaprensible, que impregnaría a cada persona u organización de izquierdas por más diversa que sea su práctica política y su actitud vital. La Izquierda como mito Entender la Izquierda de esta manera es, para el profesor Bueno, utilizar un mito que, incorporado a una ideología, nos impide reconocerlo como tal. Pero un mito, además, que confunde y oscurece la realidad. Oscurece en tanto que oculta las diferencias y el antagonismo entre las distintas corrientes de izquierdas. Confunde en cuanto no permite distinguir esas distintas corrientes que están comprendidas en su nombre. Conviene aclarar aquí, como hace el profesor Bueno en los primeros capítulos de su libro, que no se refiere al mito en su acepción más común, es decir, aquello a lo que se atribuye cualidades excelsas que no posee o se le otorga una realidad de la que carece, sino al mito entendido en su sentido más filosófico, es decir, aquel que atribuye a los mitos alguna razón de ser en función de sus servicios prácticos, que busca el sentido del mito –al margen de su irrealidad o no– como construcción sometida a la lógica del lenguaje y, por lo tanto, al conocimiento, la percepción y los distintos grados de conciencia que los hombres tienen de la realidad. En tanto que los mitos asumen el papel de interpretar el mundo, sus efectos pueden ser diversos. Hay mitos luminosos y esclarecedores. Hay mitos ambiguos o claroscuros. Y mitos oscurantistas y confusionarios. El mito de la Izquierda pertenece a estos últimos, pues en lugar de contribuir a una explicación científica o filosófica de la realidad que trata de interpretar –o al menos a establecer una forma de conducta práctica viable– distorsiona esa realidad, estorba su explicación racional y coherente o la bloquea. Acabar con este mito de la Izquierda como un todo único es necesario, desde el punto de vista de Gustavo Bueno, para ayudar a salir de la confusión, la ceguera y la indefinición en que hoy se mueven amplios sectores de la gente de izquierdas en nuestro país. La primera diferenciación que establece el profesor Bueno es entre dos grandes familias o clases de izquierdas que él llama izquierdas definidas e izquierdas indefinidas. Las izquierdas definidas incluyen todas aquellas corrientes que pueden ser definidas políticamente de acuerdo con un criterio político objetivo, capaz de ser aplicado a las distintas corrientes de esta izquierda en sus relaciones entre sí y con la derecha. Este criterio, señala muy acertadamente el profesor Bueno, no puede ser otro que el de su posición ante el Estado. Seis generaciones de izquierdas Desde este criterio, Gustavo Bueno divide y clasifica a las izquierdas definidas en 6 géneros o generaciones. La primera generación sería la izquierda radical o revolucionaria, la que tomó su nombre del lugar físico que ocupaba en la Asamblea francesa durante la Revolución de 1789. La transformación de la sociedad francesa, organizada de acuerdo con las normas del Antiguo Régimen, en una Nación política republicana de ciudadanos libres e iguales sería la gran aportación de esta primera generación de la izquierda. La izquierda de la segunda generación es la que el profesor Bueno llama izquierda liberal. Una izquierda que en nuestro país se desarrolla en oposición tanto al oscurantismo reaccionario del Antiguo Régimen como a la invasión napoleónica. Revolucionarios que veían inseparables la guerra patriótica contra el invasor y la transformación de las estructuras feudales y cuyas ideas culminaron en la Constitución de Cádiz. La izquierda libertaria o izquierda de tercera generación. Las primeras generaciones de la izquierda conquistaron la libertad política y la igualdad jurídica de todos los ciudadanos. Pero eso hizo que fueran todavía más visibles las desigualdades y servidumbres económicas, sociales o culturales. Y frente a ello se levanta la opción de un regreso hacia atrás, hacia antes de la constitución del Estado nacional por la Revolución: la destrucción inmediata del Estado en cualquiera de sus formas. El anarquismo, la izquierda libertaria, representa la fase negativa (an-arquía: no-gobierno) del proceso revolucionario y se define por las distintas plataformas que, en oposición a cualquier tipo de Estado, levantan prefigurando lo que es su modelo social y político del futuro. La izquierda socialdemócrata constituye la cuarta generación y es la primera de las tres corrientes de la izquierda que se organizan desde el marxismo. Se define por su objetivo de utilizar el Estado de Derecho burgués surgido de la Revolución como plataforma para llegar al socialismo de Estado, un «Estado Social de Derecho». Por ello se guía por el principio fundamental de la vía pacífica de ocupación del Estado burgués: la Revolución llegará por sí misma, por el mismo desarrollo de las fuerzas productivas. Lo que hace falta es preparar a la clase obrera para que, cuando llegue el momento, sepa controlar el Estado. Es lo que, unos años más tarde se conocerá como Estado del Bienestar. La quinta generación de la izquierda definida se corresponde con el comunismo que se propone, según Gustavo Bueno, la transformación revolucionaria y racional del Estado burgués imperialista. En esta generación, sin embargo, habría que distinguir tres fases. El período leninista o período de la instauración de la dictadura del proletariado. El período estalinista o período de la intensa estatalización, centralización e industrialización planificada. El tercer período, a partir del XX Congreso del PCUS marcado por la coexistencia pacífica con el imperialismo y la emulación pacífica con el capitalismo, que abre las puertas al derrumbamiento final del imperio soviético. Con la denominación de izquierda de sexta generación Gustavo Bueno se refiere principalmente al maoísmo, al que rehuye catalogar como un simple epígono del marxismo-leninismo en tanto que actúa desde y para una plataforma sobre la que gravitan tradiciones muy diferentes de las cristiano-romanas, ortodoxas o protestantes. La izquierda indefinida La segunda gran familia de la izquierda estaría formada por lo que el profesor Bueno llama la izquierda indefinida. Es decir, las vanguardias artísticas, los rebeldes morales, los heterodoxos, las ONG antiglobalización, los movimientos antisistema o contraculturales. La izquierda indefinida no lo es tanto porque sus representantes no puedan definirse respecto de algunas de las corrientes definidas de la izquierda, sino porque, precisamente, su definición sólo puede venir de identificarse –total o parcialmente, coyuntural o estratégicamente– con alguna de estas corrientes. La relación entre estas dos clases de izquierdas es singular: las izquierdas definidas –pese a su pensamiento elaborado y su organización– dependen más de las izquierdas indefinidas que viceversa. Dependencia que, en este caso, hay que entender en el sentido de que las izquierdas definidas no agotan, no pueden cubrir el material político y social al que se dedican. Y por ello han de difundir su influencia y buscar puntos de conexión con otras corrientes de izquierda indefinida, que actúan sobre este material. Es imposible seguir exponiendo en un solo artículo la multitud de argumentos, conocimientos y análisis que el profesor Bueno desgrana en su libro acerca de la izquierda como mito. Sólo nos queda recomendar vivamente que lo lean. |
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