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De Verdad
nº 18, octubre 2000
Unificación Comunista de España
UCE

ENTREVISTA A... Gustavo Bueno, Filósofo

«El gran peligro de Europa es la disolución de la unidad de España»

Yo con un colombiano, con un cubano, con un ecuatoriano, tengo mucho más que ver que con un alemán o con un francés. Bastó con que la unidad de España fuera una de las banderas del franquismo para que gran parte de la izquierda le diera la espalda. EE UU, la CIA, cancillerías extranjeras, ... son muchos los intereses que han actuado en esa pérdida de conciencia.

Gustavo Bueno, filósofo, ensayista, catedrático emérito de la Facultad de Filosofía de Oviedo es uno de los pensadores más sólidos y profundos de la España de hoy. Conocido, y reconocido popularmente por sus siempre polémicas intervenciones en tertulias televisivas, es, al mismo tiempo, la figura más destacada de la filosofía española actual. Su último libro España frente a Europa, en el que defiende, frente al «europeísmo que conduce a la pérdida de la identidad española y a la fragmentación de la unidad de nuestro país», la articulación de España con la plataforma hispánica, le ha valido, según nos cuenta él mismo, ácidas críticas del «papanatismo europeísta». Algo que no le importa en absoluto. Máxime cuando siempre se ha definido «contra la tolerancia», a la que siempre, como le gusta explicar en cada ocasión que se le presenta, «se la ha considerado un vicio debido a la impotencia frente a lo que no podías impedir que se hiciera».

De Verdad.- Hablemos de tu libro. Tú has dicho muchas veces que pensar es siempre pensar contra alguien. Con más razón, pensar en un proyecto político, en tu caso lo que has llamado la plataforma hispánica, es pensarlo contra otros proyectos políticos. ¿Cuáles son esos proyectos?

Gustavo Bueno.- Contra la Unión Europea y contra EE UU, es decir contra el «eurodólar». Contra estos dos grandes bloques que hoy controlan el planeta. Y es más, la única manera que yo veo de librarse un poco, de emanciparse de la condición de comparsas de uno y otro es esta plataforma, cosa que tampoco veo yo nada clara. Lo expreso más bien de un modo hipotético: si hay alguna forma de librarse de la condición de comparsas en los términos de un programa de transformación social más amplio esa es la plataforma hispánica.

DV.- Dices en tu libro que «la salvación de España o la revolución de sus pueblos, no tiene que ver con los valores europeos, sino con sus opuestos». ¿Cuáles son esos valores opuestos?

GB.- Son valores de un espectro muy amplio, pero que más o menos se definen por el individualismo. Por ejemplo el hecho de que cada uno se resuelva sus problemas. O la felicidad que dicen los americanos, que a mí me parece uno de los conceptos más vacuos: Oiga, que quiero ser feliz. Bueno, ¿y a mí que me dice? Pero es en lo que se educa a los jóvenes, se escriben libros sobre el asunto,... Ahora mismo hay un movimiento muy intenso en América de reivindicación de la filosofía cuyo slogan es volver a la filosofía clásica porque esto da la felicidad. Bueno, pues para eso tómate un Holiperidón o una droga euforizante. Y esta ideología está tan extendida que, creo yo, que hasta los trabajadores lo que aspiran es a cumplir los modelos o los patrones de las ideas dominantes. E incluso una de las orientaciones que yo observo en España de los sindicatos y la izquierda es ésta: reivindicaciones de tipo salarial es su único proyecto, pero dentro completamente de las coordenadas del capitalismo.

DV.- Estos serían los valores europeos, pero ¿y los opuestos?

GB.- Está muy ligado, la cuestión de la lucha de clases y la cuestión de las plataformas que yo planteo. Y por eso una plataforma que, me parece a mí, tiene muchas más posibilidades de orientar las cosas en otra dirección es la comunidad hispánica. Más que la europea. Dicho de otro modo, yo con un colombiano, con un cubano, con un ecuatoriano, tengo mucho más que ver que con un alemán o con un francés.

DV.- ¿Y cómo se ha producido ese proceso de pérdida de la conciencia de pertenecer a esa plataforma hispánica de la que, objetivamente, somos parte inseparable? Porque si bien es cierto que la ruptura comienza con la desmembración del imperio colonial, con el activo papel que juega el imperialismo inglés en él; en los años de la transición, desde hace 25 años para acá, ha sido hasta tal punto acelerado ese proceso de pérdida de la conciencia y la memoria histórica que podemos hablar de una auténtica lobotomización o descerebración de la sociedad española en ese sentido.

GB.- Sí, estoy muy de acuerdo con eso. Se considera la relación con Iberoamérica como cosas literarias o externas, o de posibilidades de explotación de las empresas de aquí. Pero no se dan cuenta de las posibilidades que hay allí, una cosa puramente retórica. Y este proceso va completamente unido al papanatismo europeísta de hoy en día, una cosa que es prácticamente irreversible, que no paran de atornillar y atornillar cada día. Y eso quiere decir que nos están vaciando completamente. La batalla de la «ñ», las matrículas europeas, cosas simbólicas pero importantísimas y que demuestran que nos están dando por todos los lados. Es todo un planteamiento de absoluta abdicación. Sencillamente nosotros tenemos que entrar en Europa y olvidarnos de todo lo demás, nuestra historia no significa nada porque lo importante es que estamos en la Unión Europea. Y como no paran de hacer propaganda de esa abdicación, yo creo que la cosa es peligrosísima. Por lo tanto esa metáfora de la lobotomización la encuentro muy acertada, yo creo que sí.

DV.- Pero ahí aparece otro problema. Por que tú hablas de la continua propaganda de la abdicación, pero eso sería como la anestesia necesaria para una operación quirúrgica tan brutal. Se necesitan anestesistas para adormecer al paciente, pero el verdadero problema es quién es el cirujano, quién empuña el bisturí.

GB.- Sí, claro, evidentemente. Hombre, yo creo que la influencia de Alemania y Willy Brandt y la socialdemocracia alemana en el PSOE fue decisiva. En la transición fue quien orientó las líneas maestras de la política de Felipe González de acuerdo con sus intereses, naturalmente. Yo creo que contaban con España como una pieza para frenarla, para domesticarla y utilizarla según sus intereses. Y en eso seguimos todavía. Claro dándole sus cosas, pues fondos de compensación, infraestructuras, AVE. Y todo el problema del País Vasco que yo veo completamente ligado a este asunto. En fin, el europeismo ha sido el papanatismo incesante, y cada vez más.

DV.- ¿En qué sentido dices que el problema del País Vasco está ligado a esto?

GB.- Pues porque los nacionalistas aplican para España la misma formula que Marx aplicó a Rusia como «prisión de naciones». Entonces ellos hablan de España como «prisión de naciones», o de las supuestas naciones, Euskadi, Cataluña,... La entrada en Europa es para ellos como la liberación de ese carcelero que sería España.

DV.- Eso visto desde dentro, pero ¿y desde fuera, desde Europa?

GB.- Ahí habría, creo yo, tendencias contradictorias. Países más potentes como Alemania parece que apuestan por la Europa de las regiones, porque les es más facil negociar con unidades más pequeñas. Francia, en cambio, es posible que por los problemas que tiene en el País Vasco-francés no sea tan partidario. De todas formas, la solución al problema del País Vasco, aunque sea a muy largo plazo, yo la veo en la contradicción abismal entre los proyectos de ETA y el PNV. La contradicción está ahí. El PNV teme a ETA pero al mismo tiempo la necesita. Son como los hermanos gemelos de la mitología clásica, Cástor y Polux. Necesitan estar juntos, pero siempre luchando a muerte entre ellos. Para que uno brille el otro tiene que apagarse.

DV.- Quería relacionar esto, además, con unos textos que leí de tu Fundación, que me parecieron muy sugerentes y que iban en una dirección similar. Hablabais del descenso de la natalidad en España y lo planteabais en términos, como hipótesis de partida, de suicidio colectivo. Es decir, a quién le puede interesar, cómo pueden plantearse las parejas españolas tener hijos en una sociedad que pierde progresivamente su identidad y camina aceleradamente hacia su fragmentación.

GB.- Es una idea general, casi puramente biológica de que una sociedad que va disminuyendo la natalidad se muere, es evidente. Entonces nosotros partimos de la realidad asturiana. Un sitio especialmente afectado por la entrada en el Mercado Común, donde más ha golpeado la crisis de la Europa blanca de la leche, de la Europa negra del carbón, de la siderurgia, de los astilleros,... la han desmantelado completamente. Y han tapado la actitud revolucionaria de los trabajadores asturianos a base de dar dinero. En estos momentos es cuando más dinero hay en Asturias. La gente, aunque esté en el paro vive bien, cobra unas pensiones fantásticas, pero claro, no tiene futuro. A medida que vayan muriendo los pensionistas se acaban las fuentes de ingresos. Y esto se manifiesta en la natalidad, porque ves que no hay futuro. Y esto ocurre en todo el país. Y es una enfermedad social gravísima. Aunque yo reconozco que en estos últimos tiempos estoy observando una cierta reacción, que a la gente ya no le da tanta vergüenza ser español como antes, bien por que le había ido mal, bien por que le había hecho mella el pesimismo, el derrotismo. Yo veo indicios que apuntan en otra dirección. Aunque eso depende mucho de la situación internacional. Por ejemplo, la crisis del euro, si va a ser capaz de remontarla o no, y esto le puede abrir los ojos a mucha gente. Además que frena la propaganda del papanatismo europeísta.

DV.- ¿Y cómo remontar esta situación? Por ejemplo ¿cómo restablecer los lazos con la Comunidad Hispánica?

GB.- Es muy difícil restablecer los lazos de unidad efectivos con Iberoamérica, si es que es posible. Yo he estado varias veces por allí y la situación es muy ambivalente, no saben, no saben.

DV.- Sin embargo todo apunta a que Iberoamérica se dirige hacia una situación explosiva. Curiosamente donde EE UU creía que, tras el fin de la Guerra Fría, lo tenía más controlado amenaza con empezar a escapársele de las manos.

GB.- Sí, pero esto también lo puede aprovechar EE UU para hacer un plan Marshall u otra cosa, ofrecerles lo que sea, como la «dolarización» de la economía ecuatoriana que acaban de hacer.

DV.- Sí, pero el problema que tienen es que Quito debe estar a poco más 500 kilómetros de la frontera colombiana que dominan las guerrillas...

GB.- Sí, desde luego, es un avispero completo. Pero me refiero a las dificultades para establecer contacto con ellos y poder establecer un proyecto común que no sea para un milenio, vamos.

DV.- Sin embargo hay una cosa muy interesante que es el resurgimiento en los movimientos revolucionarios ­sean del tipo que sean, porque comprende desde Chávez en Venezuela hasta las guerrillas colombianas­ de la idea bolivariana de la unidad del Continente contra el monstruo del norte.

GB.- Claro, claro, si es la única solución que tienen, y ahí es donde debía articularse España, donde puede articularse realmente. Porque si no a nosotros nos pasa exactamente lo mismo. Claro, nosotros estamos a otro nivel social e histórico. Pero desde el punto de vista de ser unos meros comparsas del euro, yo creo que es total la coincidencia. Cada vez estamos más mediatizados. Yo no veo forma si no es que, por interés nuestro incluso, la única forma de emanciparnos del yugo de Europa es la de unirnos. Pero unirnos con los que ya estamos unidos, claro.

DV.- Nos vuelve a aparecer otra vez el problema de cómo hemos llegado a esta situación, cómo es posible que se haya producido esta fractura entre dos partes de un todo indivisible.

GB.- Bueno, esa conciencia de formar parte de una unidad no se ha perdido del todo, pero lo que es cierto es que en España ha habido una reacción debido a que esta bandera la tomó desde los carlistas hasta Vázquez de Mella. Después Ramiro de Ledesma y la «unidad de destino en lo universal» y todo eso. Entonces el hecho de que esta bandera haya ido por el derrotero totalmente fantástico éste, ha determinado que se ha ligado la unidad con la Comunidad Hispánica como algo residual y proveniente del franquismo.

El contexto del franquismo yo creo que provocó como reacción que gran parte de la izquierda le diera la espalda. Esto está relacionado con la unidad de España. Bastó con que ésta fuera una de las banderas del franquismo para considerar que hablar de la unidad de España era propio del fascismo y entonces todo lo que no sea trabajar en el sentido de federalizarla, confederalizarla, crear Estados libres asociados, un proceso en que se diluye en Europa ­que era el camino­ era franquista. A mí me parece que el peligro más grande de Europa es ése. Estar en Europa es tanto como disolver la unidad de España. Esa es la gran orientación política de Europa y de los europeístas. Entonces yo creo que ahí hay un gran componente de reacción frente al franquismo.

DV.- Aun estando de acuerdo contigo en que se produce esa reacción, lo veo, sin embargo, un argumento poco convincente, demasiado débil para explicar la virulencia y la hondura del proceso de descerebración del que hablábamos antes.

GB.- Sí, eso sería más bien un síntoma, no la causa...

DV.- Y entonces, ¿cuáles serían esas causas?...

GB.- Podría haber, por un lado, en el terreno personal y subjetivo, intereses psicológicos de venganza y revancha de toda la gente que había estado perseguida por el franquismo y, como reacción, pasó a negar en bloque todo lo que les «oliera» a franquismo. En el terreno objetivo, ahí estaban funcionando a todo meter los independentistas vascos, los catalanes y los gallegos. Y luego había también intereses que actuaban a través de los partidos políticos, por ejemplo, el eurocomunismo del PCE, que a mí me parecía un error completo, ¿qué era eso de eurocomunismo?: paños calientes, nada más. E intereses organizados de cualquier otro tipo que pudiéramos imaginar. De cancillerías extranjeras actuando a través de partidos muy concretos, EE UU, la CIA y lo que quieras hablar, eso por supuesto, no lo puedes descartar.

DV.- Estás hablando de intereses muy diversos y heterogéneos, pero toda esta actuación sistemática dirigida a la pérdida de la identidad y la disolución de la unidad no puede llevarse adelante con la suma espontánea de fuerzas diversas que convergen, sino más bien con un plan diseñado y organizado que va buscando ese objetivo.

GB.- Sí, lo que pasa es que es muy difícil demostrarlo de un modo fehaciente y positivo cómo actuaron esas fuerzas. Se puede más o menos imaginar, pero...

DV.- ¿Y cómo explicar que hayamos llegado a una situación en la que la respuesta sea prácticamente nula, en que exista esa especie de atonía social ante una operación de este calado?

GB.- Muchas cosas. Eso hay que analizarlo detenidamente por que es dificilísimo de explicar. En primer lugar, tiene que tener una base en la mejora del nivel de vida, el incremento del bienestar en la sociedad española. Luego está la actuación de los partidos políticos, con toda la red de periodistas, tertulianos, etc. en los medios de comunicación, que han creado una ideología prácticamente impenetrable. Pactaron lo que pactaron en la transición y desde entonces, según ellos, todo está perfecto. Y a quien, como yo, nos atrevemos a criticar la democracia que tenemos se nos tacha de anticonstitucionalistas y antipatriotas.

Y el mundo del pensamiento, nulo. El mundo del pensamiento eran todos curas y rebotados, como los que tenía el PCE, que eran todos curas rebotados. Y en el fondo lo siguen siendo. Entonces impusieron unas ideas, el diálogo marxismo-cristianismo, el consenso, la cultura del pacto, la prudencia,... cosas que debilitaron completamente. Y a los que no estábamos de acuerdo nos aislaron y nos acusaban de duros, intolerantes. A mí me dicen hoy que soy un dinosaurio, una especie en extinción. También está la forma en que se hizo la transición, la aceptación de la monarquía, el conchabamiento de todos los partidos parlamentarios. Y claro, todo esto implica a muchísima gente, no es sólo una pequeña cúpula. Se montó un enorme tinglado en el que todo estaba permitido por que se hacía «contra el franquismo». Y claro, eso ha creado una situación tan compleja y que viene tan de atrás que a ver quién le mete mano. Por eso a mí realmente me fortifica ver una organización como la vuestra con esa firmeza y afán práctico.

A. Lozano

 


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