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Interviú nº 1256, 22 de mayo de 2000 |
Gran Hermano página 27 |
Diez personajes en busca de papel |
Gustavo Bueno |
Quienes estuvieron dispuestos a ser encerrados, durante tres meses, en la jaula del Soto del Real lo hicieron sabiendo bastante bien lo que hacían. Todos ellos eran jóvenes que ensayaban la posibilidad de encontrar un «papel», una «profesión pública», sometiéndose a una larga prueba a través de la cual pudieran hacerse notorias sus propias dotes personales. El experimento del Gran Hermano, según esto, no es sólo un experimento de «convivencia», es un experimento de convivencia de unos personajes en busca de papel, de un papel que habrá que encontrar «fuera de la jaula». Si en lugar de jóvenes, los participantes fueran adultos o viejos con «papeles» ya cristalizados, el «experimento de convivencia» sería totalmente distinto. Quienes estuvieron dispuestos a entrar en la jaula sabían también probablemente a qué se exponían. Principalmente, a verse reducidos, por las característica de la jaula y por sus propias características (los jóvenes del Gran Hermano no son precisamente escritores, o músicos, o científicos, o políticos...) a mantenerse en el plano de una «convivencia privada o doméstica», el plano de lo que suele llamarse «intimidad», cuyos contenidos son, por naturaleza de orden fisiológico, psicológico-subjetivo, o primatológico. Pero una intimidad privada que, a la vez, debía hacerse pública a través de las cámaras, a la manera como las «revistas del corazón» hacen pública la vida privada de ciertos personajes a través del papel brillante. Por ello, los jóvenes enjaulados están obligados a desarrollar constantemente una estrategia de adaptación mutua a esta convivencia doméstica que haga posible la persistencia del grupo durante mayor tiempo posible. Es evidente que la «reducción experimental» de la convivencia de los jóvenes al plano primatológico no suprime la realidad de cada uno de los miembros del grupo de jóvenes que re-presentan ante un público de millones su vida privada; ni suprimen, sobre todo, la condición real de estos jóvenes actores como miembros de una sociedad organizada en familias, como lo es la sociedad española (del grupo inicial ya han surgido dos parejas que podrían ser el germen de dos nuevas familias) precisamente que el interés que el programa de Tele5 ha suscitado en España puede tener mucho que ver con esto: con el interés de una sociedad de familias que contempla a una comunidad experimental cuyos miembros están continuamente apelando a sus padres o hermanos, al mismo tiempo que los padres y hermanos están contemplando las «vidas privadas» de sus hijos o parientes precisamente en sus contenidos domésticos más vulgares, porque son los mismos que llenan la vida ordinaria, sólo que con mayor recato. Y el programa, los miércoles, pone a las familias en primera fila del público que sigue las vicisitudes de la casa (al mismo tiempo que pone también a esas familias en el escenario). De este modo, los miércoles al menos la jaula se convierte en una especie de colegio en el que los jóvenes que se preparan para alcanzar una carrera profesional o pública, reciben la visita de sus padres. Éstos esperan, como es lógico, que sus hijos obtengan las mejores notas posibles: por ello actúan a su vez en el papel de padres que «recomiendan» a sus hijos ante el tribunal que va a juzgarlos, el Gran Hermano, mostrándose orgullosos de ellos, etc... Y tanto los padres como los hijos saben que la mejor nota parcial que el Gran Hermano puede darles es el permitirles que sigan al menos dos semanas más en la jaula. [ 18 mayo 2000 / se sigue el original del autor ] |
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