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El Mundo
Madrid, jueves 2 de marzo de 2000
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página 2

Gabriel Albiac

Feliz funeral, Sr. Frutos

Monocorde, una insípida melancolía, que tal vez ni ese nombre merece, es todo cuanto deja en mí la encefalográficamente plana campaña electoral. Tiempo hubo en el cual me enojaba la fofa amalgama de ignorancia y maldad con que se cuece, en España, la pitanza del político. Me aburre, ahora. Paso las plúmbeas páginas perfectamente prescindibles que abultan, a diario, de átona información electoral la prensa. Conceptualmente, es el grado cero, el grado cero absoluto. Eludo, en la radio, los informativos. Un inflexible aprendizaje del borrado selectivo me permite pasear por la ciudad sin que mis ojos sean excesivamente heridos por los bobalicones rostros que cuelgan de las farolas y solicitan de mi magnanimidad voto y sueldo. Seré sincero. Diré que nada de esto me afecta. A eso debe ser a lo que llaman envejecer.

Cuando hace cuatro o cinco años, una banda de sinecuristas no demasiado escrupulosos, la que capitaneaban Almeida y López Galindo, vendió siglas y copyright de cosa progre al PSOE del GAL y de González, recuerdo haber sentido enojo. Mas eso, ahora, se me hace prehistoria. Quisiera poder decir sinceramente que el pobre Paco Frutos me da pena. Ni eso. Disolver el antañón PCE de rancia historia antifranquista, hacer de la bienintencionada cosa del pasado que fuera Izquierda Unida el chico de los recados de aquel club de secuestradores (condenados en firme), ladrones (condenados en firme), torturadores y asesinos (presuntos y en el banquillo a la espera de condena) que rige el PSOE, hubiera sido un drama hace una década. Hoy es nada.

He sido combatiente a favor de la abstención en otras elecciones. Era la última trinchera desde la cual gritar: mirad, no soy los bastante estúpido como para jugar a vuestro carnaval de delincuentes, largaos a tomarle el pelo a vuestra abuela. Hoy, el juego me parece ya tan lejano, tan por completo exento de credibilidad, que aun aquella batalla se me hace cosa de otro tiempo. Sencillamente, paso. Lo político se ha disuelto. Es todo. No queda ni un átomo de realidad al cual agarrarse en su escenografía.

El viejo (maravilloso) Gustavo Bueno lo decía aquí mismo anteayer, con esa insolencia que sólo da la plenitud de una inteligencia intratable: si alguien es lo bastante infantil para seguir jugando con la metáfora izquierda / derecha (yo, desde luego, no), no tendrá más remedio que situar a Aznar a unos cuantos años luz más a la izquierda que el González aquel de los gobiernos GAL y Filesa. Los pobrecitos militantes de IU que compartan mitin mañana con los rufianes enriquecidos a la sombra y la sangre de los 13 años PSOE, harán bien en meditar cuál es el «pasado» que convierten «en añicos»: el suyo. Feliz funeral, Sr. Frutos.

 


Fundación Gustavo Bueno
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