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Escuela hispánica de dirección de orquesta

Vicente Chuliá, Curso de dirección de orquesta

12. La interpretación y ejecución musical. Teorías
 
1. La interpretación desde la idea de Noetología

14 mayo 2019


 
La interpretación desde la idea de Noetología

Vicente Chuliá FMM 037 (17' 34'')

1. La interpretación desde la idea de Noetología

El término “interpretación” asociado al proceso que realiza el ejecutante en tanto y cuanto transmite y expresa el sentimiento de la obra musical al público empezó a desarrollarse y a evolucionar en torno al Romanticismo musical sustentado, asimismo, a partir de las ideas de Juan Nicolás Tetens las cuales suscitaron multitud de problemas acaecidos por la concepción de la Música como “expresión del alma”; una concepción que traería en los siglos ulteriores –del XIX hasta la actualidad– verdaderos delirios que se han bifurcado principalmente en dos capas, a saber, en la composición en tanto y cuanto se busca que el sonido sea un meroema de otras partes relacionadas con ideas adventicias tales como “vanguardia”, “música contemporánea”, &c., y en la interpretación debido a la búsqueda del virtuosismo operatorio de los instrumentistas y/o a la expresividad del alma a través de excentricidades musicales que pueden observarse, sobre todo, en la dirección de orquesta.

Así pues, y ante estos hechos, surge una teoría importante de la mano de Sergiu Celibidache quien, tomando las ideas de la fenomenología de Husserl, constituyó un frente crítico ante estos postulados partiendo, como principal premisa, de la negación de la idea de interpretación musical. Para Celibidache la Música se da en el tiempo y no es interpretable, es decir, la relación epifenoménica entre los sonidos, así como las características de la repetición no podían ser interpretables ya que para el director rumano la propia idea del sonido tenia una relación directa sobre la conciencia humana por lo que, tanto las repeticiones (crear mayor o menor tensión) como las modulaciones (extrovertidas o introvertidas), &c., se presentaban conjuntamente ante el hombre desde un punto de vista objetivo y no desde un punto de vista psicológico. Desde la filosofía materialista de la música, esta idea es muy importante porque adquiere unas confluencias, convergencias y/o relaciones con los momentos nucleares del materialismo filosófico, esto es, cuando Gustavo Bueno (debido a su interés por combatir al psicologismo que invadía el ambiente de los años cincuenta del siglo pasado) vislumbró en los escritos de Husserl un fuerte aliado contra el psicologismo que estaba llenando de desvaríos todos los campos del saber. Ahora bien, Bueno invirtió y trituró ideas husserlianas que se deslizaban hacia otro tipo de idealismo, y para ello desarrolló dos vías de investigación, a saber:

La primera vía fue la de invertir la noesis-noema husserliana. Como bien sabemos, Husserl entiende la noesis como la intencionalidad de la conciencia que se dirige a la esencia del objeto, si bien esta esencia no está fuera del hombre sino que se proyecta en la conciencia del sujeto en el momento en que ésta observa al objeto (noema) poniendo entre paréntesis la cotidianidad (epojé), esto es, noesis y noema son correlativos dentro del sujeto, en su propia conciencia. En este sentido, Celibidache a partir de la minuciosa objetivación del sonido que realiza termina por incurrir en la propia metafísica de creer que el sonido se proyecta sobre la conciencia humana siendo en ella donde está la propia música. Por lo tanto, Bueno al analizar este deslizamiento hacia lo metafísico decide invertir y triturar la idea de “trascendencia noemática” como algo interno a la conciencia humana en tanto y cuanto establece que debe partirse ya de dicha “trascendencia” como algo ya dado, es decir, el subjetivismo (la noesis) opera sobre estas partes dadas al propio sujeto operatorio y que son externas a él (están fuera y no dentro de su conciencia) siendo a partir de estas operaciones cuando ya se pueden constituir construcciones objetivas (noema-noesis reinterpretadas desde la filosofía materialista).

La segunda vía consistía en estudiar los procesos de la subjetividad si bien no entendiendo a esta desde concepciones psicologistas o formalistas, sino desde concepciones lógico-materiales a partir de las cuales las propias operaciones dialécticas constituyen los objetos.

Posteriormente, Gustavo Bueno estudiaría esta “trascendencia noemática” reinterpretada desde postulados totalmente diferentes a los husserlianos, a saber, desde lo que en el materialismo filosófico, en su parte ontológica, se nos presenta como el mundus adpsectabilis (Mi). Estas partes del mundo objetivadas por el ego filosófico (Ego trascendental), parten de categorías cerradas e inmanentes entre sí en tanto y cuanto van conformando el mapa del mundo si bien este mapa está lleno de borrones, discontinuidades e inconmensurabilidades en el cual hay partes que no podemos conocer (materia ontológico-general) y que, asimismo, por medio del actualismo, van transformándose y cambiando a la par que las operaciones. Así pues, las partes del mundus adspectabilis están conformadas a partir de los cierres categoriales, desde un punto de vista gnoseológico, por lo que una vez constituida la Teoría del cierre categorial en sus cinco volúmenes (una obra que, aunque no está finalizada, expone en los cinco tomos los principios más importantes de la teoría de la ciencia del materialismo filosófico) ya se tienen las herramientas suficientes para abarcar los distintos saberes arracimados a los contextos que componen dichas partes del mundo; unos saberes que aunque no establezcan cierres categoriales no por ello deben ser estudiados desde subjetivismos psicologistas, espiritualistas y/o metafísicos, sino que al partir de saberes objetivos entretejidos de manera subjetiva deben ser estudiados desde un subjetivismo lógico-material.

Por lo tanto, esta inversión de las ideas de Husserl planteaban dentro del campo musical lo siguiente: el campo musical nos es dado como un campo que no está cerrado, de modo que ofrece una serie de materias involucradas con formas y de formas involucradas con materias que están constantemente intercedidas e interseccionadas por ideas internas que nos remiten fuera del propio campo (de ahí “campo” y no “cierre”). Por ejemplo, la idea de “forma musical”, de “materia”, de “contrapunto”, de “métrica”, de “melodía”... el propio compositor o ejecutante construye, a partir de estas materias y estas formas involucradas, compuestos los cuales, cuando se rigen bajo una lógica operatoria que consigue cerrar todos los sonidos en una totalidad atributiva, se segregan parcialmente del propio sujeto operatorio que las ha conformado de manera análoga (en un sentido de analogía de atribución) a como se segregan los cierres categoriales del propio sujeto operatorio. A este respecto, tal y como hemos mencionado en varias ocasiones, esta segregación es a la que se refiere Fray Luis de León en su Oda a Salinas en tanto y cuanto dice “el aire se serena y viste de hermosura y luz no usada”: el aire está lleno de sonidos que se presentan ante nosotros como componentes del eje radial del espacio antropológico (al igual que se presentan los edificios, coches o ríos) en tanto y cuanto sus componentes acústicos y fenoménicos -en los cuales Celibidache abundó muchísimo al estudiar la interconexión de los intervalos, así como si sus características dialécticas iban en progressus y regressus (si bien él hablaba de “extroversión” e “introversión” preso del maniqueísmo sujeto-objeto)- están coordinados con múltiples técnicas, así como con otros saberes que, asimismo, se nos presentan libres de psicologismos o misticismos.

Por concluir, la Música, en sí, no es interpretación, si no que esta tiene lugar en el plano en el cual los sujetos operatorios se enfrentan ante los sustancialismos y deben intentar entenderlos por medio de la lógica operatoria a partir de la cual el sujeto que ha construido la obra (el compositor) la ha cerrado (unidad complexa), esto es, la Noetología, la idea mas potente por la cual estas leyes universales del pensamiento dialéctico, desde una perspectiva lógico-material y desde un prisma constructivo, constituida por los tres axiomas propuesta, contraposición y resolución a través de las figuras de la dialéctica y de las “trascendencias noemáticas” (las cuales nos son dadas como materias y formas que están en la historia, así como en las propias concatenaciones de sonidos que se presentan ante nosotros tal y como son y que no tenemos que interpretarlos -en un sentido psicologista- pero sí estudiarlos y entenderlos) permiten a los sujetos operatorios descifrar el sustancialismo actualista de la Música que se presenta ante ellos como ese “aire lleno de hermosura” que precisamente establece lo sublime del arte musical.

Referencias:

Gustavo Bueno, El papel de la filosofía en el conjunto del saber, Ciencia Nueva, Madrid 1970.

— “Noetología y Gnoseología”, El Catoblepas, nº 1 (marzo 2002).

— “Poemas y Teoremas”, El Catoblepas, nº 88 (junio 2009).

— “Poesía y Verdad”, El Catoblepas, nº 89 (julio 2009).

— “Música y lenguaje”, conferencia de clausura del curso “La música: teoría, evolución y perspectivas” (Santo Domingo de la Calzada, 23 de julio de 2010). Se reproduce en el vídeo como primer fragmento 24:19-27:12 y como segundo fragmento 17:11-18:36.

 


 
Filosofía de la Música desde el materialismo filosófico
 
Gustavo Bueno, Curso de Filosofía de la Música