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Teselas

Democracia interna de los partidos políticos

Gustavo Bueno trata brevemente sobre la democracia interna de los partidos políticos.


Gustavo Bueno, Democracia interna de los partidos políticos

Tesela nº 69 (Oviedo, 26 de enero de 2011)

Transcripción GTGB ⋅ t069
Democracia interna de los partidos políticos
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Vamos a hablar hoy de un tema muy controvertido en España (y en otros países, pero sobre todo en la España actual), sobre la llamada «democracia interna de los partidos políticos». Se presupone, por un lado, que en una democracia, como pueda ser la democracia española, o la francesa, o la alemana, &c., los partidos políticos que forman base esencial o un componente esencial de esta democracia tienen a su vez que ser demócratas (la democracia interna de los partidos), y que un partido que no mantiene democracia interna no es propiamente demócrata, sino que esta falta de democracia interna de los partidos sería un déficit de la democracia o una especie de aberración, de desvío de una democracia que todavía no está madura.

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La razón o la discusión presupone una teoría de los partidos políticos, como es natural, ¿qué es un partido político? Y el partido político es una de las cuestiones más difíciles, a mi juicio, que trata la democracia. «Partido», como todos sabemos, viene de «parte», y nosotros estamos aquí hablando constantemente de las ideas de todo y parte en relación con la Idea de democracia.

3 ❦ 01:35

¿Qué es un partido político? Un partido político, por de pronto, en la teoría general de la democracia, de las democracias homologadas, de las que ya hemos hablado. Los partidos políticos son cauces de la representación del pueblo. Es decir, en las democracias que no son directas o asamblearias, sino las democracias que actúan a través de representantes (las «democracias delegadas», llaman otros), los partidos políticos son los que canalizan la opinión de los ciudadanos, que si se manifestasen espontáneamente o directamente, en una sociedad ya suficientemente compleja, por encima, vamos a poner, de los diez, veinte o treinta millones de habitantes (es decir, por encima de lo que pueda ser una comuna, un cantón, un barrio o una ciudad), sería inviable completamente. La dispersión de votos sería total, la dispersión de programas. Y entonces aquella democracia asamblearia o directa sería un caos, realmente. Entonces los partidos políticos son los que canalizan, según esta teoría, las opiniones de la mayoría, y entonces entre los partidos políticos se establece una competencia, primero para nombrar representantes en el Parlamento, en la Asamblea, y después estos representantes son los que fabricarán las leyes que después serán sometidas otra vez, en su caso, o previamente, a un referéndum, o simplemente promulgadas por la autoridad máxima y aceptadas por el pueblo que había nombrado a sus delegados y había confiado en ellos.

4 ❦ 03:24

Ahora bien, la definición política, en una democracia, de partido político es lo que resulta muy difícil de establecer. Es decir, la Ley de partidos políticos, que en España está vigente desde el año 92-93 –me parece– los define curiosamente como instituciones privadas, es decir, no públicas. De manera que la tesis que vamos a defender aquí, está de algún modo ejercitada, aunque no se puede asegurar muy bien si los redactores de esta ley se daban cuenta del alcance de lo que estaban diciendo. Es decir, como instituciones privadas y no públicas.

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Entonces –vamos a dejar aparte lo que diga esta Ley, que puede variar y ha variado antes y después de su promulgación–, la cuestión es si los partidos políticos, si la idea misma de partido político puede considerarse como una realidad que tiene a su vez que ser democrática, por ser parte de la democracia. En principio, no se ve la conexión, del mismo modo a como tampoco se ve la conexión de que si un hexaedro, un cubo que tiene seis caras cuadradas, si las caras son partes del cubo, pues las caras también deben ser cuadradas, o cúbicas quiero decir. Pues no hay ninguna razón; es decir, el hecho de que un cubo esté compuesto de cuatro caras no quiere decir que cada cara sea un cubo a su vez; el hecho de que una sociedad democrática esté compuesta en su funcionamiento de partidos políticos, no quiere decir que esos partidos políticos sean democráticos, en modo alguno.

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Más aún, habría que añadir que un partido político, en cuanto que es una parte del todo social –y así se define–, en cierto modo no puede asumir la representación del todo, puesto que esto sería tanto como olvidar a las otras partes, que a veces son prácticamente equivalentes en número, demográficamente, y entonces sobre todo sería despreciar la ley de las mayorías. Es decir, un partido político no puede representarse a sí mismo como el mismo todo, como idéntico a todo, en cuyo caso estaríamos en la situación del partido único, la pars totalis.El partido es único y no hace falta más partidos que el partido único que se establezca, como es el caso de tantas dictaduras en donde no hay más que un partido único, promovido precisamente por el dictador, por el Estado totalitario.

7 ❦ 06:10

Entonces, el partido es una parte, y supone que, en cuanto institución pública, realmente funciona o desempeña su papel como tal, precisamente en la confrontación con las otras partes, confrontación que tiene lugar precisamente en el Parlamento. Es decir, antes de entrar en el Parlamento, antes de estar en el proceso precisamente de elaboración de las leyes, objetivo para el cual han sido elegidos los representantes o delegados, el partido político es algo privado, que tiene lugar de puertas adentro de su propio partido y que por tanto no tiene identidad pública. Cuando sus programas, sus planes, sus decisiones, &c. que ha establecido privadamente llegan a su momento de elevarse o de adquirir un carácter público es cuando se confrontan con las opiniones de los otros partidos, con los programas y planes de otros partidos, y entonces en esta confrontación es cuando adquieren su sentido público, puesto que son propuestas para ser aceptadas por la totalidad de la sociedad democrática.

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Naturalmente, aquí hay multitud de cuestiones implicadas. Una de las más interesantes y de las más importantes, y que ha dado lugar constantemente a tantos procesos de corrupción política de los partidos, es precisamente la razón por la cual los partidos suelen recibir del Estado (en Alemania, en la Constitución de Bonn, y después en España, y en ulteriores desarrollos de leyes orgánicas sobre esta situación). Si deben los partidos recibir o no subvención del Estado, al margen de que puedan o no recibir subvenciones de particulares o de otras empresas (siempre muy oscuros, porque estas empresas no pueden tener la titularidad de empresas nacionales de otras naciones, porque entonces entraríamos en un conflicto con el derecho internacional y con la propia soberanía de cada país, y por tanto la definición de la democracia).

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Es decir, que la idea de la subvención de los partidos políticos por el Estado (en la Constitución de Bonn y en otras leyes posteriores) se justificaba, más o menos, sobre la idea de la voluntad o de la acción formadora de la conciencia política de la Nación. Es decir, los partidos políticos, al margen de sus leyes y programas que confrontan en el Parlamento, tendrían una misión de conformación de la voluntad política; esta labor de conformación sería un interés de todos, que sobre todo iría orientada contra la abstención, puesto que la abstención sería, naturalmente, los límites internos de la democracia. Una democracia donde los ciudadanos no votan desaparece en cuanto democracia representativa, porque el pueblo no quiere ser representado.

10 ❦ 09:25

Entonces, el hecho de que a los partidos se les encomiende la tarea de formar la voluntad política sería ya una labor que afecta a todos, y por tanto los partidos podrían considerarse como instituciones públicas, en principio. Lo que es mucho más dificultoso es establecer la línea sutil de diferencia o de división entre la formación de la voluntad política en abstracto (es decir, de participar en la democracia) y los programas y planes de cada partido político, que son necesariamente distintos, e incluso el modo de fundamentar esta tarea, es diferente según unos partidos políticos u otros.

11 ❦ 10:12

En relación con esta misma ley, sobre todo en España –la «Ley de partidos», que se llama–, la dificultad más grande está en establecer las condiciones por las cuales una asociación, cualquiera que sea, pueda ser reconocida como partido político, según la naturaleza de sus socios –de sus miembros– y de sus programas y planes.

12 ❦ 10:35

El criterio que se ha seguido en España es el siguiente, y es el que trae constantemente dificultades enormes, insuperables prácticamente, por parte de los tribunales que muchas veces no saben cómo juzgar, o de los Gobiernos, porque no tienen ninguna teoría, absolutamente, ni pueden tenerla en las condiciones en que están. El problema es el siguiente, ¿la libertad de partidos debe ser absoluta?, es decir, ¿cualquier partido político puede inscribir en sus programas planes que vayan dirigidos a la secesión de un territorio de la sociedad democrática en cuestión con respecto a los demás? Es decir, ¿es posible admitir en nombre de la libertad de expresión, de pensamiento y de asociación, los partidos políticos secesionistas?

13 ❦ 11:33

Naturalmente, la ley española y la ley de partidos responde afirmativamente a la cuestión y muestra esto como uno de los ejemplos más genuinos de la grandeza de la democracia. Que una democracia pueda admitir un partido político en donde se está pidiendo precisamente que se rompa la estructura del Estado, basada como suponemos nosotros, basada en el territorio, en la Patria, no en el sentido idealista, sino en el territorio sobre el cual se asienta la soberanía y el pueblo democrático. Entonces parece que este partido sería contradictorio enteramente con los propios fines del Estado, es decir, ya no podría de ningún modo considerarse al partido en cuestión como un formador de la voluntad nacional o de la voluntad democrática puesto que precisamente el partido por hipótesis está dirigiéndose contra esa unidad. Entonces, para resolver esta contradicción ¿qué criterio se adopta en España? Pues se ha adoptado el siguiente criterio, sin duda inspirado por la cuestión de ETA y otros partidos terroristas. Sencillamente el criterio para declarar, que un partido político cualquiera que sea la naturaleza de sus planes y programas, es que sea no violento. Es decir, que lleve adelante sus propuestas, sus planes y programas de un modo no violento, es decir, mediante el diálogo, mediante la discusión en el Parlamento, &c., y la violencia entonces viene a ser el único criterio para designar a un partido como democrático o no democrático. Naturalmente esto da un giro completamente a la cuestión porque resulta que entonces puede llamarse democrático a partidos tales como Izquierda Republicana Catalana en España, o el Partido Nacionalista Vasco, o el Bloque Gallego, y sus variantes más radicales, que están constituidos como bloques nacionalistas secesionistas. Es decir, ¿hasta qué punto la democracia, en nombre de la libertad de pensamiento puede tolerar a estos partidos?

14 ❦ 13:49

Y, entonces, ¿cómo esto influye también o contribuye, determina por contraposición, en identificar la democracia con la no violencia simplemente? Es democrático todo aquello que es no violento sino que simplemente acude al diálogo, al razonamiento, la discusión, &c. A mi juicio, por lo menos desde el punto de vista del materialismo esto es puro idealismo –puro idealismo político-, es suponer que el diálogo no delinque, que el pensamiento no delinque, que el pensamiento se mantiene en un terreno totalmente ajeno a la realidad, que allí cabe todo, y que cualquiera puede pensar lo que le parezca, y que tiene derecho a expresar su pensamiento, y a manifestar, y a publicar su pensamiento. Entonces los partidos políticos están enteramente sometidos a estas alternativas, a estas dificultades. Seguramente la única distinción, yo al menos es la única que veo, la única limitación que cabe exponer aquí sería la siguiente, distinguir entre la libertad de expresión, que naturalmente no se niega a nadie, cada uno puede expresar, en principio, teóricamente cualquier pensamiento, cualquier programa político que tenga a bien, por disparatado o delirante que pueda parecer, puesto que se supone, en virtud de un supuesto armonista que el pueblo tendrá suficiente sentido común, para rechazar este partido y ni siquiera darle acceso a representación parlamentaria. Pero, lo que ya es más discutible es la distinción entre esta libertad de pensamiento y libertad de expresión incluso, y la organización facciosa de los que piensan, de algún modo, en contra de la propia Constitución, y que supone en España la unidad indivisible de la Nación. Y entonces esta asociación facciosa es aquella que no se deduce en absoluto de la libertad de pensamiento, puesto que un partido secesionista organizado aunque sea no violento, sin embargo ya está directamente e internamente en contra de la Constitución. Por tanto, a mi juicio, no habría ninguna razón constitucional para admitirlo como tal. Habría simplemente que exigir la condición de que los partidos que pretenden entrar en el Parlamento de la Nación, en la Asamblea de representantes, pues admitan las reglas de esa Asamblea. Entre esas reglas figura con carácter principal, Artículo 1 de la Constitución española, que la unidad de la Nación es indivisible, que la unidad de España es indivisible.

15 ❦ 16:32

Entonces, esta libertad omnímoda de partidos es anticonstitucional, sencillamente, en España, pero eso sería lo de menos porque la Constitución puede variar. La razón es objetiva, siempre que se suponga, como digo, una concepción materialista del Estado en donde el Estado no es simplemente el resultado del diálogo racional totalmente inofensivo, en principio, (que hablando se entiende la gente) puesto que la diferencia entre la coacción física, violenta, y la coacción dialéctica, pues no tiene diferencia ninguna realmente, es una distinción de razón. Un orador, o un conjunto de oradores que tengan capacidad suficiente para persuadir al auditorio por métodos que no son racionales precisamente, sino simplemente retóricos, pues, ejerce tanta coacción sobre un público no adiestrado o no educado suficientemente -puede ejercer tanta coacción, digo- como un grupo que está administrando drogas o empujando sencillamente a la gente para un lado o para otro, o amenazándola con armas, o con violencia. Es decir, la violencia es un concepto importante, en ciertos contextos, desde el punto de vista práctico; es decir, el meter las pistolas debajo de la mesa o destruirlas antes de dialogar -por supuesto- pero, no es suficiente, puesto que la violencia reaparece por otro lado en forma de retórica, en forma de sofismas, en forma de mecanismos muy complejos y muy diversos en donde tampoco se puede decir que se está respetando los principios del diálogo de la racionalidad, que es un concepto totalmente abstracto tallado en criterios académicos en donde, tampoco ni siquiera funciona.

16 ❦ 18:29

Total y para terminar este esbozo. La Idea de los partidos políticos que tienen que tener democracia interna es totalmente gratuita, puesto que un partido político si es una institución privada, entonces puede tener perfectamente una estructura jerárquica, totalmente jerárquica -totalmente antidemocrática, en ese sentido-, como la puede tener la orquesta, como la pueda tener el ejército, y sin embargo una vez que jerárquicamente (es además como así se hace) de hecho todo el mundo reconoce de hecho -aunque a título de déficit de la democracia-, que ningún partido político es democrático. Es decir, cuando trata de elegir a sus propias listas parlamentarias, pues procede de un modo jerárquico, las cúpulas de los partidos, la partitocracia que se llama, nombra a los representantes porque en las elecciones primarias, o en los congresos correspondientes, se producen las mismas dificultades que se producen en las Elecciones Generales, y entonces los partidos suelen rehuir enteramente las primarias, lo que se llaman elecciones primarias dentro del partido, elegir democráticamente a sus representantes puesto que, estas elecciones producen tal dificultad que amenazan constantemente con romper el partido; y entonces lo que se hace es, unas parodias de elecciones primarias en donde obran otros mecanismos ocultos totalmente distintos de lo que teóricamente son las elecciones primarias por votación libre, porque tal votación libre no existe. Están ya organizados en grupos porque la doctrina de la democracia capitativa como compuesta por individuos, cada uno de los cuales en su día de reflexión elige según su leal saber y entender, pues es una pura ficción jurídica.

Final ❦ 20:20

GTGB

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