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La Nueva España
Oviedo, miércoles 12 de mayo de 2004
Sociedad y Cultura
páginas 56 y 57

Gustavo Bueno
Filósofo, autor del libro «La vuelta a la caverna. Terrorismo, guerra y globalización»

 
«La guerra es característica
y propia de la civilización»

 
«Dicen que los americanos fueron a Irak por el petróleo. Pero ¿les parece poco?, ¿poco importante? Dicen que es de los árabes, pero ¿por qué?, ¿les dio Alá el petróleo?»
«En idiomas de zonas donde no ha habido un Estado no existe la palabra guerra»
«La paz es la victoria, lo demás es metafísica»

Gustavo Bueno, el pasado lunes, en Oviedo, en la Fundación que lleva su nombre, fotografiado por Jesús Farpón Oviedo, Javier Neira (Fotos: Jesús Farpón)
Gustavo Bueno sigue a dos o tres libros al año. Hoy mismo sale a las librerías un nuevo ensayo titulado «La vuelta a la caverna. Terrorismo, guerra y globalización», 400 páginas sobre algunos de los componentes más decisivos de la actualidad que Bueno analiza desde una perspectiva filosófica ofreciendo un sistema de pensamiento, unas herramientas, para que después –como dice en esta entrevista– cada cual opine lo que quiera, pero conociendo las coordenadas y el sentido de esa opinión libre.

La caverna es siempre una referencia a Platón.

—Mi análisis parte del reino de las sombras, donde vivimos. El reino de las sombras es el que está formado por las ideologías, como las propias de los que iban a las manifestaciones por la paz del año pasado y las de los movimientos antiglobalización. Parto de esos movimientos, de las ideologías populares, por así decir, en contra de la guerra y en contra de la globalización.

Y sigue...

—Se trata de regresar desde esas ideologías al análisis de las ideas allí contenidas. Y, después, volver a la caverna. Así trato de reinterpretar las ideologías antiglobalización y contra la guerra.

¿Qué caracteriza a esas manifestaciones?

—La idea central es que quienes se manifestaban por la paz y contra la globalización lo hacían a un nivel filosófico. Todas las consignas por la paz y contra la globalización expresan una filosofía. No una doctrina científica. La gente no se manifestaba por razones técnicas de carácter político o militar, sino por la ideología de la paz. Por eso era filosofía. Mundana pero filosofía.

Pero los manifestantes no se ven a sí mismos como filósofos.

—Las ideas de guerra y de globalización estaban situadas entre ideas de Estado, de humanidad, de género humano, de paz... ideas abstractas que se dan por supuestas y ése es el error. Millones de personas luchan y se manifiestan por ideas completamente abstractas. Eso es lo curioso. En las manifestaciones por la paz no había ni siquiera voluntad de analizar. A mí me ha ocurrido. Yo no quiero que usted me analice nada de nada, yo quiero la paz y se acabó, me decían. Una actitud dogmática. Yo quiero la paz y punto, así que usted no me intente explicar nada porque me ofende.

¿Qué pensamiento, aunque fuese dogmático, se mostraba?

—La gente tiene una filosofía de la guerra de carácter etológico. Sin saberlo. Mantiene las posturas de los etólogos. O de los teólogos, que son bastante parecidos. La guerra es la vergüenza de la humanidad, dicen, es resultado del pecado. La guerra de Irak es producto del animal que llevamos dentro.

Se hacen valoraciones morales.

—Carbonell, uno de los antropólogos de Atapuerca, dijo, sobre la guerra de Irak, que no habíamos avanzado ni un paso desde el «Homo antecessor». Ésa es su filosofía. Estamos como en Atapuerca. Luego la guerra es una fase prehistórica de la humanidad. Por decirlo en frase de Marx, estamos aún en la prehistoria de la humanidad. San Agustín dice que la paz es la paz cristiana. Y fuera de la luz del cristianismo el hombre está sometido a la guerra.

Por su parte los antiglobalización...

—La globalización, lo mismo. Los economistas hacen filosofía y hablan de la globalización de los fenicios o de los romanos. La globalización es una constante de la historia humana dicen.

Volviendo a la guerra.

—La guerra es un tema filosófico de carácter práctico. Hay una posición, la gnóstica, la gnósticamente implantada, que no es ni pacifista ni belicista. Es el caso del escepticismo de Pirrón o Plotino. De la guerra no sé nada, dice Pirrón. El sabio no se pronuncia. La postura de Plotino es más fuerte. El sabio ante la guerra no debe inmutarse, ya que es una cuestión menor. Afecta sólo a los cuerpos, pero la sabiduría está por encima. El sabio se distancia. Como diría Levi-Straus, ve a los hombres como a hormigas. Por eso es pertinente la teoría de Wilson sobre las hormigas. Considera metafísico el punto de vista de Plotino, que es el punto de vista de Dios, y adopta el del extraterrestre. Wilson habla de batallones de hormigas, de las alambradas y defensas que ponen... Describe batallas que parecen de Aníbal.

¿Combates a muerte?

—El lobo ataca al cordero, pero a veces lo perdona. El ataque tiene efectos emocionales que lo pueden paralizar. Pero esa circunstancia desaparece con las armas a distancia, con las flechas y mucho más con los misiles. La relación etológica entre agresor y agredido desaparece y se convierte en una relación mecánica, industrial, donde se trata de matar a gente como sea. Ésa sería la esencia de la guerra, pero aun así es etológica, ya que está guiada por los instintos de agresión.

¿Qué teoría maneja sobre la guerra?

—Lo característico es el Estado. La guerra es política por naturaleza, es característica y propia de la civilización. Contraponer guerra y paz como si se contrapusiese lo salvaje y lo civilizado es un error. En el mundo salvaje no hay guerra.

Cuestión de Estado.

—En latín guerra es bellum. Pero el término actual es de origen germánico, war. Las legiones romanas infiltradas por los bárbaros decían war, que tenía un sentido eufemístico, humorístico. No era la guerra, sino la agarrada. La agarradiella, que se dice en Asturias. Una pelea de tribus. Vamos al jaleo, que se decía en la guerra civil. Anda jaleo. Así se desdramatizaba. Pero, claro, era un jaleo muy real. Por eso en idiomas de zonas donde no ha habido un Estado no existe la palabra guerra. En los bables de Asturias no existe la palabra guerra. En un idioma preestatal no puede haber la palabra guerra porque no había Estado, luego no había guerra. Había agarradiellas. La agarradiella de clas que dicen también.

¿Cómo eran esas luchas?

—Las luchas preestatales muchas veces eran sólo rituales. Si había masacres era a pesar del planteamiento. Y es que la guerra es muy distinta de la caza. En la guerra es imprescindible no masacrar al adversario. Eso sería caza. Se trata de mantenerlo vivo para esclavizarlo o para lo que sea. La guerra supone el Estado, supone una sociedad estratificada en la que hay una capa cortical formada por los guerreros. Incorporo totalmente la teoría de Clausewitz: la guerra es la continuación de la política. A mi juicio, Clausewitz dio en el clavo por una intuición certera al disociar la guerra de la psicología y de la crueldad. La ve como una operación técnica propia de los estados. La guerra es política por esencia.

Las consecuencias de ese planteamiento son muy fuertes.

—Claro, luego si no hay Estado no hay guerra. Es la tesis anarquista. Pero se trata del sofisma de la negación del consecuente. La cuestión es si las guerras son contingentes o necesarias, por ejemplo. Por eso para analizarlas es importante optar por alguna teoría concreta del Estado.

¿Qué teoría del Estado?

—El Estado es una sociedad con base territorial. Sin territorio no hay Estado. Es fundamental la apropiación del territorio.

La crítica a la apropiación es de tradición marxista.

—Marx ve la guerra como resultado de la lucha de clases. Una continuación de la lucha de clases. Yo planteé la vuelta del revés del marxismo hace ya mucho tiempo. Hay que ver la lucha de clases dialécticamente, a través de los estados. La propiedad privada viene del Estado. Eso se dice mucho antes de Engels. Y es lo contrario a Engels. Cuando hay Estado empieza el reparto de la propiedad territorial y el inicio de la propiedad privada. Antes, es la apropiación del territorio. Pero ¿con qué derecho? Con el derecho de la fuerza. No es derecho natural, no vale eso de ser el primer ocupante. ¿Por qué tiene más derecho el primer ocupante que el segundo?

En consecuencia, lo que cuenta es la fuerza.

—Dicen que los americanos fueron a Irak por el petróleo. Pero ¿les parece poco?, ¿les parece poco importante? Dicen que es de los árabes, pero ¿por qué?, ¿les dio Alá el petróleo como llegan a afirmar? Por favor, si no sabían ni lo que era ni dónde estaba. Lo descubrieron y lo sacaron con su tecnología los ingleses. Vitoria, creador del derecho de gentes, habla del derecho de los españoles a estar en las Indias. Los protestantes basaban ese derecho en la gracia, llegaban allí para darles a los indios la gracia de Dios. Vitoria dice que eso es secundario, que lo importante es el derecho de gentes, el derecho que tiene todo el mundo a ir donde quiera. Y que si está ocupado, los que están allí tienen obligación de dejarles pasar, de asentarse, de comerciar con ellos y de dejarles explotar los recursos. Es la tesis de la escolástica española, según la cual la Tierra es de todos.

Es puro igualitarismo.

—Es algo que los comunistas nunca han percibido. Por eso me criticaron tanto hace veinte años cuando propuse la vuelta del revés de Marx. El comunismo está negado ya por el Estado, porque para el Estado la tierra es de éste o de aquél, pero no de cualquiera. Si hay lucha de clases es a través del Estado, que asegura la propiedad privada de los ciudadanos. La guerra está fundada en las relaciones entre los estados. Es política. En la I Guerra Mundial Rosa Luxemburgo dice «abajo las armas, ¿por qué vamos a luchar los obreros unos contra otros?». Pero acaban luchando y a ella la acaban fusilando los socialdemócratas. Los conflictos que llevan a la guerra son objetivos, ya que afectan a la sostenibilidad de los estados. Si un Estado invade a otro por lo que sea, el invadido puede aceptar la invasión, y entonces no hay guerra, o resistirse mediante una guerra defensiva. ¿La guerra es justa o injusta? Es una distinción fuera de lugar, es como decir si un logaritmo es verde o rojo.

Pero cabe hablar de justicia.

—La justicia supone el derecho. Sin ordenamiento jurídico no hay justicia. Supone unas reglas históricas establecidas, racionales, pero fundadas sobre los principios del esclavismo: dar a cada uno lo suyo, al amo lo suyo y al esclavo lo suyo. La justicia supone un derecho. Es injusto, por ejemplo, que los esclavos asalten los latifundios, así que con toda justicia viene la legión de Pompeyo y los pasa por las armas. No hay Estado sin derecho. Todo Estado es de derecho.

¿Y el derecho sin Estado?

—Eso es derecho internacional, que no es nada. Es una invención de los catedráticos de Derecho Internacional. Y de los diplomáticos. Una invención completa. Una ficción jurídica. Supone el derecho natural, el ius naturalismo. Lo que está escrito en el corazón de los hombres honrados, que decía Rousseau. Nada.

¿Cómo juzga entonces la guerra?

—La guerra es prudente o imprudente en función de la eutaxia, de la sostenibilidad de los estados. Si un país es invadido y al reaccionar se pone en peligro el Estado, esa guerra es imprudente, aunque sea defensiva. Debe plegarse. Incluso recibir al invasor como a un liberador. Si de una guerra ofensiva se llega a la derrota, entonces es imprudente.

Bueno considera que la creencia en los extraterrestres legitima la existencia de la bomba atómica (fotografía de Jesús Farpón)

«El movimiento antiglobalización es anarquista
y causa pánico a EEUU»

«El PNV y la mitad de la sociedad vasca han llegado a establecer
una relación de complicidad con el terrorismo, eso es lo más peligroso»

Oviedo, J. N.

EEUU está cogido en una trampa.

—Es difícil hacer una guerra imperialista desde una democracia. Es el problema de EEUU. Una democracia que en principio no fue pensada para la guerra, que se fue transformando y que, claro, está ahora en una contradicción constitutiva.

Pero los objetivos los suscriben muchos ciudadanos.

—El fin de la guerra es la paz. Lo dicen Aristóteles y Cervantes. La paz es la paz de la victoria. La pax romana y la cristiana y la que se quiera. La paz supone la victoria, el orden establecido por la victoria. Y ese orden no está siempre vinculado al orden del vencido. Pero el vencido se pliega si su prudencia política le aconseja eso. La paz es la victoria, lo demás es metafísica.

El Islam.

—El término Islam siempre se tradujo por sumisión. Ahora los imanes dicen que significa paz. Pero es lo mismo. Desde el punto de vista del vencedor la paz es la victoria; desde el punto de vista del vencido la paz es la sumisión. Se somete al victorioso, sea al Dios victorioso o lo que sea. ¿Se puede erradicar la guerra? No me haga esa pregunta.

Se la hago.

—En mi análisis concluyo que las razones de una guerra no son subjetivas porque no hay ningún individuo responsable, ya que el individuo no existe, es una abstracción. Lo que hay es gente ligada a un grupo, a su vez en relación con otros grupos. La guerra siempre es política.

¿Y el terrorismo?

—Es una figura antropológica. Una sociedad se establece en la parte activa, la terrorista, y la pasiva, la aterrorizada. Sin esa relación, aunque haya mucha violencia, no hay terrorismo. Puede haber violencia sin terrorismo, como lo que sucedió con la secta del Templo del Sol en los años setenta en la Guayana. Masacraron a 800 personas, pero no es terrorismo, todos murieron. Hay cuatro características del terrorismo, dos de la parte activa y dos de la pasiva.

A ver.

—Desde el lado activo, el grupo terrorista debe dejar la marca o el mensaje. Si no, no hay diálogo del terror, no se moldea, no se educa al aterrorizado. Luego el llamado terrorismo de Estado no es tal. Del GAL se supo todo sólo por la incompetencia de los que lo hicieron. Lo que hicieron era asesinatos de Estado, pero no terrorismo. La agresión debe ser abierta, debe poder repetirse indefinidamente, ya que sólo así educa. Por eso los actos puntuales no son terroristas. Ni siquiera un asesino en serie es terrorista, pues la serie la establece la Policía, él no quiere que se sepa. Ni lo saben las víctimas. Desde el lado pasivo, es necesario que se produzca una sorpresa aleatoria, ésa es la fuente del terror. De ahí que la gente diga ¿por qué?, ¿por qué? Expresan así la sorpresa. No es terrorismo lo que hacía la Inquisición, pues era público, previsible y además de acuerdo a unas leyes. Por último, que es lo más importante, es necesaria la complicidad de la parte aterrorizada. A veces llega a ser tal que el terrorismo no es ya necesario. Los vikingos hacían tales razias que los lugareños les entregaban de entrada las cosas, era ya como un tributo. O como el empresario que paga a ETA sin decirlo a nadie. Al cabo de un tiempo, por su propia autojustificación, se acaba creyendo las razones de ETA y se hace en la práctica de ETA. El PNV y la mitad de la sociedad vasca han llegado a establecer una relación de complicidad con el terrorismo. Eso es lo más peligroso. En Irak el atentado que mató a varios soldados españoles a finales del año pasado no fue terrorista, pues el Ejército no se retiró. En cuanto al 11-M, el atentado fue realizado sincrónicamente por ETA y Al Qaeda. ETA dio el soplo y Al Qaeda lo realizó. Al Qaeda es de alguna manera un Estado, sea Afganistán o el que sea.

¿Y la globalización?

—En dos palabras, la bomba atómica globalizó a la humanidad. Y creer en los extraterrestres legitima la bomba, ya que contra los marcianos sólo vale la bomba atómica. En EEUU es donde más gente cree en los extraterrestres. Por eso buscan agua en Marte. La globalización actual empieza con la caída de la URSS. El comunismo era globalizador. Insistía en la idea de paz con aquel manifiesto firmado por 500 millones de personas en 1950 a favor de la paz. Lo que querían era quitarle la bomba a EEUU. La URSS heredó el proyecto globalizado de la Iglesia católica, la pax cristiana. El comunismo era la nueva Roma globalizada. EEUU y URSS tenían un enemigo común: el anarquismo. En realidad, eran aliados, como se vio en la lucha común contra el 68. Al caer la URSS, en EEUU se produjo un movimiento de terror, ya que cogía fuerza el anarquismo. El movimiento antiglobalización es anarquista y causa pánico a EEUU. La Iglesia, en sus orígenes, también fue anarquista. La ciudad de Dios contra el Estado: eso es anarquismo.

 


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