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El Comercio
Gijón, sábado 2 de marzo de 2002
El prisma crítico
página 78

Telebasura y filosofía
Gustavo BuenoEl último libro de Gustavo Bueno defendiendo la tesis de que la «telebasura» es consustancial con la democracia ha sido objeto de un espectacular lanzamiento mediático ¿Será por el tema elegido, por el marketing de ediciones B, por la indiscutible potencia de pensamiento que ejerce su autor? ¿Es verdad que «cada pueblo tiene la televisión que se merece» o más bien ocurre que la «gracia» del Ente dilucidado se otorga al margen de los merecimientos? ¿Es la «basura», además de una realidad, una «Idea trascendental», como el Bien o la Belleza? ¿Produce la democracia más telebasura o simplemente es el único régimen que permite exhibirla? ¿Por qué los programas de mayor audiencia son casi siempre basura? ¿Hasta qué punto distinciones tan sutiles como «telebasura desvelada» y «telebasura fabricada» son necesarias para entender el sentido de programas como «Operación Triunfo» o «Gran Hermano»? ¿Significa eso que la mayor parte de los teleespectadores carecen de categorías para llegar a la humilde categoría de «homo videns» a la Sartori o es la categoría de homo videns sencillamente falsa? ¿Hará falta, de ahora en adelante, estudiar filosofía para ver la televisión?

 
Homo Ludens
Pelayo Pérez

El pensamiento «absolutamente incorrecto» que caracteriza al muy potente y sistemático pensar de Gustavo Bueno, fluye en su último libro, Telebasura y democracia, desvelando las basuras que ya en El mito de la cultura habían sido colocadas cada una en su lugar. Sobre el «humus» de aquella trituración, Bueno ejerce ante nosotros el arte de la cirugía: separa, extrae el tumor y, tras analizarlo, nos deja el cuerpo como nuevo. Es decir, «barrido».

El título de este libro, que por sus características debiera dar mucho que hablar, es desgranado en sus tres términos enunciativos, que en realidad son cuatro. Pues la conjunción copulativa «Y», que une Telebasura a Democracia, es precisamente lo que Bueno elucida. ¿Qué es entonces lo que une, y separa, ambas partes de la oración? La «y griega» quedará desvelada allí donde la mayoría fantasea cuando no engaña o elabora discursos vacíos, basura reciclada como comida rápida, sin sal ni pimienta. Así Sartori y su muy leído Homo videns. Pero también, del recién fallecido y muy alabado Bourdieu, con más sal y más tropiezos, Sobre la Televisión, quedará triturado por el discurso que engrana los términos implicados bajo ese vínculo que nadie pese a decirlo, realmente lo dice: el mercado.

Porque aquí la categoría «mercado» adquiere una dimensión que desborda el economicismo en el cual se lo quisiera encerrar, disfrazar y domesticar. Ya que ahí y así, supuestamente enjaulado, es como podemos hablar de otras cosas: democracia, libertad, derechos humanos, e incluso de audiencia, y hasta de cultura. Pero Gustavo Bueno ha abierto la jaula del zoo y soltado al predador. Véase sino el apéndice que, «sin piedad», cierra su libro, acaso todo un ajuste de cuentas con una clase política e intelectual que cree poder permitirse el lujo de despreciarlo. Y para quien no se conforme con las pasta italiana o el paté francés, que se inicie con su anterior ensayo titulado Televisión: apariencia y verdad, verdadero ejercicio de filosofía «pura y dura». Y luego que se pregunte por qué tanto silencio ruidoso alrededor de Bueno.

En medio de las cosas y de los hombres, metido en el mundo hasta las cejas, Bueno nos enseña cómo la Filosofía, desde y por la «teoría», barre el campo que su lucidez enfoca para «salvar los fenómenos mismos» que tantos otros enmascaran, oscurecen y dicen conocer. Pero que así quedan reflejados como malabaristas, ideólogos, y vendedores de baratijas.

Al menos aprenderemos a mirar, que no es poco. Y que la muy correcta incorrección filosófica nos acompañe. Salud.

 

 
Contra recurrencia, reciclaje
Alberto Hidalgo

No seré yo quien vitupere a Gustavo Bueno por dedicar una obra menor a la telebasura, ni al público porque lea este opúsculo y lo prefiera a su obra mayor: los Ensayos Materialistas, la Teoría del Cierre Categorial o El sentido de la vida, &c. La verdad es que de Kant se sigue leyendo y citando el opúsculo ¿Qué es la Ilustración?, mientras sus tres críticas no las leen ya ni los profesionales de la academia. Y es que de la telebasura todo el mundo cree entender, del mismo modo que en tiempos de Kant había muchos que creían ser «animales racionales» por la gracia de Dios y sin usar la razón. Se me dirá que Bueno no es Kant, pero tampoco Oviedo es Könisberg y las dos tienen Universidad.

Lo interesante de Gustavo Bueno es que usa la misma filosofía para hablar de la telebasura que para analizar las ciencias. Por ejemplo, leyendo su libro un profano llega a comprender que cuando tirábamos todo al mismo «cubo de la basura», sin distinguir nada, estábamos haciendo metafísica, porque tomábamos a la basura como un concepto «transcendental». En cambio que cuando hemos aprendido a discriminar en casa, entre «envases», «plásticos», «vidrio» y «basura orgánica», nos hemos convertido en analíticos e investigadores. Vamos, que de ahora en adelante, no distinguir un programa de «basura desvelada» de un programa de «basura fabricada», es como confundir un hueso de pollo con una botella de plástico.

Con todo, el capítulo más interesante del libro es el dedicado a las conexiones entre televisión y régimen político, donde Gustavo Bueno da cuenta dialéctica de la paradoja insoslayable de que mientras, por un lado, el ingenio televisivo está particularmente dotado para conformar los elementos decisivos de una sociedad democrática, por otro, la generación de telebasura es un proceso tan inherente a la sociedad democrática que cuanto mayor sea el pluralismo del mercado televisivo, mayores cantidades de subproductos basura se generan. Hasta ahora quienes se inspiraban en Marx para analizar la televisión, seguían a Deleuze y Guattari, mostrando que la esclavitud que ejecutaba la televisión como «máquina humana» era un proceso recurrente, en la que los telespectadores quedaban atrapados como piezas componentes intrínsecas, en las que «sólo había transformaciones o intercambios de informaciones, de los que unos eran mecánicos y otros humanos». Gustavo Bueno, cambia la recurrencia, por el reciclaje, lo que me parece un mensaje consolador. Ya no es preciso defenestrarse como Deleuze. En COGERSA está la salvación.

 


Fundación Gustavo Bueno
www.fgbueno.es