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Interviú
nº 1257, 29 de mayo de 2000
Gran Hermano
página 25

El filtro de la jaula
Gustavo Bueno
 

Gustavo Bueno

Tres nuevas individuos han entrado en la jaula. Todos ellos tienen sin duda una personalidad muy refinada y diferenciada; pero la puerta de la jaula actúa como un filtro muy fino que obliga a dejar fuera muchas cosas. Todas aquellas que no tengan por qué intervenir directamente en el terreno al que han de reducirse, por el imperativo del programa, las relaciones primatológicas de convivencia en una comuna experimental (artificial) y efímera.

Nada menos «natural», en efecto, que la comuna del Gran Hermano. Acaso el interés que suscita esta comuna procede precisamente de su artificiosidad abstracta que obliga a reducir las personalidades de los participantes, al menos durante el experimento, al terreno más genérico en el que tienen lugar las interacciones entre primates antropomorfos (masajes, piruetas, despiojamientos, danzas, «coaliciones triádicas»...) La importancia del experimento del Gran Hermano estriba acaso en que su artificiosidad puede contribuir a que esa reducción genérica de la que hablamos actúe en ocasiones como una purificación de muchas adherencias inoportunas, obligando, por ejemplo, a confesar públicamente («a toda España») contenidos biográficos pretéritos que permanecían ocultos porque, si bien estaban ya corregidos, seguían pareciendo vergonzosos, aunque no hubiera por qué arrepentirse de ellos, una vez que habían sido incorporados a una personalidad fuerte. El filtro de componentes personales ejercido por el programa del Gran Hermano no alcanza tampoco a muchas estructuras morales en las que las personas de los participantes están troqueladas, principalmente, las que tienen que ver con la estructura familiar. Hasta ahora, las familias han acompañado a la jaula a sus parientes partícipes y les han esperado a la salida; la propia «comuna primatológica» ha resultado ser germen de nuevas familias.

Por lo demás, el filtro primatológico de las personalidades que, según nuestra hipótesis, la jaula determina no tiene por qué significar un filtro capaz de borrar las individualidades. Observa Franz De Waal, describiendo el experimento del Zoo de Arghem que las caras de los veinte chimpancés allí encerrados demostraron un gran carácter; que era posible diferenciar cada una de ellas con la misma facilidad con que distinguimos las caras de las personas y que además, su voces, «suenan tan distintas que, después de algunos años de estudio, puedo reconocerlas sólo de oído». Añade De Waal que, cuando Mamá –que era líder del grupo y dominaba no sólo a las hembras sino también a los machos– llevaba ya unos dieciocho meses en Arghem, aparecieron tres individuos adultos en escena, y que estos individuos no intentaron quitarle el poder de inmediato....

[ 25 mayo 2000 / titulado por el autor Individualidades y personalidades ]

 
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