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Encuentros de Filosofía

El «Reino del Hombre» desde las coordenadas del materialismo filosófico

XIX Encuentros de Filosofía

Oviedo, viernes 11 y sábado 12 de abril de 2014
Salón de Actos de la Fundación Gustavo Bueno


El Reino del Hombre desde las coordenadas del materialismo filosófico

Gustavo Bueno: El “Reino del Hombre” y el hombre histórico (octubre-noviembre 2013)


Programa

 
Viernes, 11 de abril de 2014

10:15 Inauguración

XIX Encuentros de Filosofía, Inauguración

11 de abril de 2014

10:30 Comunicaciones: ideas antiguas y medievales de Hombre.

José Manuel Rodríguez Pardo
«El Reino del Hombre en la Edad moderna. El padre Feijoo y el alma de los brutos.»

José Manuel Rodríguez Pardo, El Reino del Hombre en la Edad moderna

11 de abril de 2014

Tomás García López
«El Tratado del Hombre de Santo Tomás de Aquino. Mitos y realidades antropológicas.»

Tomás García López, El Tratado del Hombre de Santo Tomás de Aquino

11 de abril de 2014

13:00 Comunicaciones: ideas modernas y contemporáneas de Hombre.

José Manuel López García
«Carácter material de lo humano.»

José Manuel López García, Carácter material de lo humano

11 de abril de 2014

17:00 Comunicaciones: consideraciones ontológicas en torno al Reino del Hombre.

Ivan Vélez
«El hombre perfecto.»

Ivan Vélez, El hombre perfecto

11 de abril de 2014

Felipe Giménez Pérez
«El principio antrópico.»

Felipe Giménez, El principio antrópico

11 de abril de 2014

José Arturo Herrera Melo
«El reino ordenado del hombre: ontología, lenguaje ordinario y modulaciones del concepto de ciencia.»

José Arturo Herrera Melo, El reino ordenado del hombre

11 de abril de 2014

 
Sábado, 12 de abril de 2014

10:00 Comunicaciones: hombres, animales e instituciones.

Íñigo Ongay de Felipe
«Crítica de El Reino de los Animales (incluyendo al hombre).»

Íñigo Ongay, Crítica de El Reino de los Animales

12 de abril de 2014

Gustavo Casanova
«La gestión institucional en el “Reino del Hombre”.»

Gustavo Casanova, La gestión institucional en el Reino del Hombre

12 de abril de 2014

Carlos Madrid Casado
«Huesos y banderas: de Atapuerca a la independencia de Cataluña.»

Carlos Madrid, Huesos y banderas: de Atapuerca a la independencia de Cataluña

12 de abril de 2014

12:30 Mesa redonda

«¿Qué es el Hombre? Perspectivas científicas y filosóficas.»
Íñigo Ongay de Felipe, Marino Pérez Álvarez y Marcelino Suárez Ardura.
Modera: Lino Camprubí.
 

¿Qué es el Hombre? Perspectivas científicas y filosóficas

12 de abril de 2014

17:00 Conferencia de clausura

Gustavo Bueno
«El Systema naturae de Linneo y la revolución lógica de Darwin.»

Gustavo Bueno, El Systema naturae de Linneo y la revolución lógica de Darwin

12 de abril de 2014

19:00 Homenaje a Gustavo Bueno en sus 90 años. Presentación de los libros:

Juan José Méndez Iglesias, Panfleto materialista. La Filosofía, Pentalfa, Oviedo 2014.

Raúl Angulo, Rubén Franco e Iván Vélez (eds.), Gustavo Bueno: 60 visiones sobre su obra, Pentalfa, Oviedo 2014.

Panfleto materialista + Gustavo Bueno: 60 visiones sobre su obra

12 de abril de 2014

Homenaje a Gustavo Bueno en sus 90 años

12 de abril de 2014


Convocatoria

1. Proponemos el «Reino del Hombre» (en cuanto contradistinto al «Tema del Hombre») como materia de análisis en los XIX Encuentros de Filosofía que se celebrarán en Oviedo, en la sede de la Fundación Gustavo Bueno, el 11 y 12 de abril de 2014.

Sin duda, la amplitud e indeterminación de esta materia podrá ser apreciada muy favorablemente por quienes valoran los «temas abiertos», que evitan coartar, en todo momento, la libertad de los ponentes y comunicantes, o, en general, de los participantes en estos encuentros, puesto que, sin duda, el «Reino del Hombre» se aproxima mucho a un mar sin orillas.

La magnitud de la apertura del «Reino del Hombre» es tal que pone en peligro de dispersión total a las intervenciones de quienes siguieran las diversas «líneas paralelas» que podrían ofrecerse a la libre elección subjetiva de los participantes en los Encuentros. Pero el programa de unos encuentros debe garantizar la intersección objetiva de las líneas escogidas por los participantes, sin que ello envuelva la menor sombra de restricción dogmática de las libertades objetivas de elección.

Las coordenadas del materialismo filosófico, como «puntos de encuentro» de los participantes, no excluyen la distanciación, parcial o total, respecto de estas coordenadas, pero sí garantizan la confrontación, intersección o encuentro objetivo de las diferentes líneas libremente elegidas.

2. El «Reino del Hombre» puede interpretarse como un concepto propio de las ciencias naturales o de las ciencias culturales (incluyendo en estas a las disciplinas filológicas que se ocupan del análisis de la expresión evangélica «Reino de Dios», en el contexto del Dios-Hombre del cristianismo evangélico de San Marcos 4:11, San Mateo 13:10-13, o San Lucas 8:9-10; análisis que, desde coordenadas distintas de las del materialismo, podrá ser reivindicado por la Teología dogmática, y sólo oblicuamente por la Teología natural).

El «Reino del Hombre» también puede interpretarse, más que como un concepto categorial, como una idea que desborda ampliamente el campo de las disciplinas categoriales, y que nos enfrenta con las disciplinas filosóficas, o afines, que definimos en función de las ideas que atraviesan diversos campos categoriales. El «Reino del Hombre» es idea que se mantiene, en efecto, a la escala en la cual se constituyen, por ejemplo, las ideas de «Reino de la Naturaleza», «Reino de la Gracia» (o «Reino de Dios»), «Reino del Espíritu» o «Reino de la Cultura».

La idea de un «Reino del Hombre» no se dibuja propiamente en el ámbito de las categorías de las ciencias naturales, como pueda serlo la Zoología, puesto que en estas categorías (por ejemplo, en las taxonomías de Porfirio-Linneo-Darwin-Whittaker) el Hombre no es un Reino (que pudiera ponerse al mismo nivel del Reino Animal o del Reino Vegetal) sino un género, con diferentes especies, del Reino Animal.

El «Reino del Hombre» sólo pudo intentar constituirse en las ciencias naturales tras la impugnación de la definición aristotélica del hombre como «animal racional», en la tradición de Gómez Pereira, Descartes o Malebranche, según la cual el hombre no es propiamente animal sino un autómata y, a lo sumo, un espíritu incorpóreo coordinado con un autómata corpóreo. Esta tradición intentó ser recuperada por la antropología francesa y española de principios del siglo XIX (Quatrefages, Fabra Soldevilla, &c.), que acuñó la expresión «Reino hominal», enfrentándolo al Reino mineral, al Reino vegetal y al Reino animal.

Sin embargo el «Reino hominal», sobre todo después de la victoria de la revolución darwiniana, dejó de ser un concepto zoológico universalmente aceptado para convertirse en una Idea correlativa a una nueva disciplina que asumió la denominación de Antropología, ya en cuanto contradistinta de la Zoología (o de alguna de sus secciones, como pudieran serlo la Ictiología o la Cinología), ya pretendiendo asumir la forma de una ciencia cultural (Antropología cultural) o ya pretendiendo convertirse en una disciplina filosófica (Antropología filosófica) o en alguna de las disciplinas similares, tales como la llamada «Antropobiología» o «Antropología biológica» (de Arnold Gehlen).

En cualquiera de estas acepciones, los límites del «Reino del Hombre» y de los campos coordinables con él (teoría de los Derechos humanos, doctrina del Humanismo) se desdibujan y se tornan borrosos y problemáticos.

Precisamente una de las ventajas que apreciamos en esta problemática es la de mantener viva la distinción de las cuestiones relativas al Género humano, en su sentido taxonómico, respecto de las cuestiones éticas, morales, jurídicas, mitológicas o filosóficas que se plantean a propósito de los Derechos humanos o del Humanismo.

Entre las diversas posibilidades de plantear la cuestión de un «Reino del Hombre» como contradistinto del Género humano de Linneo-Darwin, podemos tomar como referencia la dialéctica gnoseológica entre conceptos e ideas (a la que tenemos previsto dedicar, en la Escuela de Filosofía de Oviedo, alguna sesión, bien fuera preliminar o bien intercalada en el curso mismo de las lecciones).

Distinguiremos, sin embargo, en la medida de lo posible, cinco bloques temáticos de cuestiones que tienen que ver directamente con el análisis sistemático (y sólo a su través histórico) del «Reino del Hombre».

I. Cuestiones relativas al análisis del «Reino del Hombre» como concepto y como idea.

II. Cuestiones relativas al análisis del «Reino del Hombre» como concepto introducido desde las ciencias naturales y como concepto utilizado por las ciencias culturales, tanto desde una perspectiva gnoseológica (por ejemplo, desde la teoría de la ciencia de Windelband-Rickert) como desde una perspectiva ontológica (la que se manifiesta, por ejemplo, en las concepciones gnósticas de las tétradas y ogdóadas valentinianas).

III. Cuestiones relativas al análisis de la idea de un «Reino del Hombre» en las tradiciones metafísicas antrópicas (sobreentendiendo por «metafísicas antrópicas» todas aquellas concepciones gnoseológicas u ontológicas que se mantienen en la proximidad del llamado «principio antrópico fuerte», tal como lo formuló Brandon Carter con ocasión del quinto centenario de Copérnico celebrado en Cracovia en 1973). Principio que considera al hombre como figura implicada en el arjé o en el telos del Universo concebido como un proceso evolutivo «monista».

Entre estas tradiciones antrópicas, que consideramos metafísicas (incluso mitopoiéticas), incluimos (como modelos doctrinales ante los que habrá que tomar posición, más que desde un punto de vista histórico erudito, desde un punto de vista crítico sistemático):

(A) Ante todo a las concepciones gnoseológicas que pueden vincularse al «principio de la homomensura» de Protágoras en su sentido más amplio, que incluye las posiciones antropocéntricas del empirismo inglés de Locke o de Hume, o incluso el idealismo kantiano.

(B) Pero también a las concepciones ontológicas que puedan vincularse al «principio arcóntico» que considera al «Reino del Hombre» como sustancialmente conectado al arjé o al telos cósmico del Universo (conexión ampliamente constatada por la Etnografía en pueblos agrícolas-ganaderos primitivos, como puedan serlo los dogon, estudiados por Marcel Griaule, con su mito del «huevo del mundo», aduno tal, en el que ya estaría prefigurado el hombre). Como meras referencias históricas (literarias) para definir este tipo de concepciones podríamos citar el concepto védico (mitopoiético) de Púrusha, en funciones de macrocosmos respecto del microcosmos humano terrestre; también cabría citar aquí la doctrina del Nus antropomórfico de Anaxágoras y, desde luego, a la teología trinitaria del cristianismo, en la medida en la cual la Segunda persona de la Trinidad «elige», como sujeto de su encarnación, a Adán, antes que a algún querubín o algún arcángel, dando lugar con esta elección al cataclismo cósmico de la «rebelión de los ángeles» y con ella, en su momento, al pecado original de Adán, interpretado como comienzo del curso de la historia del hombre. Historia en la cual ocupa un puesto central la figura de Jesucristo, como encarnación de la Segunda persona de la Trinidad. En esta tradición habrá que tener en cuenta la concepción del hombre y del reino del hombre de San Agustín, de Santo Tomás o de Fray Luis de León (en Los nombres de Cristo, bajo la denominación de pimpollo), pero también de Hegel y aún del «humanismo» de Marx-Engels (por su doctrina del «Hombre nuevo» como destino de la evolución de la vida humana una vez superada, por el comunismo, la alienación del Hombre resultante de un «Pecado original»).

IV. Cuestiones relativas a la idea del «Reino del Hombre» en las tradiciones metafísicas anantrópicas, que tienden a concebir el reino del hombre desvinculado de cualquier arjé o telos cósmico.

Es muy importante hacer notar cómo la oposición entre las concepciones anantrópicas del hombre y las concepciones antrópicas no se circunscriben a los sistemas metafísico teológicos propios de la teología abstracta (terciaria o «civilizada»), sino que afectan también a las cosmogonías mitológicas («salvajes o bárbaras») más diversas. La cosmogonía de los dogon (que acabamos de citar, como ejemplo de antropomorfismo del arjé y del telos cósmico) no es la más frecuente, porque la mayor parte de las cosmogonías «salvajes o bárbaras» son zoomórficas o, en todo caso, mezcla de zoomorfismo y de antropomorfismo. Refiriéndonos únicamente, como ejemplo, a las cosmogonías mayas, citaríamos las conclusiones de Eric S. Thompson: «Muchos –quizá debiéramos decir la mayoría– de los dioses mayas combinan los rasgos de animales o de plantas con el aspecto de los humanos.» «En todos los mitos de la creación propios de Mesoamérica, el punto culminante no es la aparición del hombre, sino el momento de la aurora. Hay que recordar aquí que los mayas no colocaban al hombre como criatura muy diferente del resto de los otros seres vivientes, como lo hacemos nosotros.» (Grandeza y decadencia de los mayas, México 1984, págs. 311 y 330.)

Como referencias mitopoiéticas escritas citaremos a la construcción gnóstica de la figura del Anthropos (dentro de la segunda tétrada) de Valentín, expuesta principalmente por San Ireneo de Lyon, Contra las herejías, libro I. Y como referencias filosóficas nos limitaremos a citar, en esta sección, a la concepción de Aristóteles sobre el primer motor, en el libro VIII de su Física, y a la VI Enneada de Plotino (sobre los géneros del ser).

V. Cuestiones relativas al análisis de los problemas de génesis suscitadas por las mismas concepciones anantrópicas del «Reino del Hombre».

Parece evidente, en efecto, que estos problemas no se plantearían desde la perspectiva de las concepciones antrópicas, porque los problemas que tienen que ver con la génesis misma de la etiología de la idea de un «Reino del Hombre» no se plantean en el supuesto del carácter arcóntico o teleológico del reino del hombre en su sentido cósmico. Solamente cuando nos movemos desde supuestos anantrópicos se dibuja la posibilidad de plantear la cuestión de una génesis zoológica del «Reino del Hombre» vinculada, o bien a las «experiencias embriológicas» de los pueblos agricultores o ganaderos, o bien a las «experiencia etológicas» de la lucha entre las diversas especies de animales dibujadas a escala de las religiones primarias, secundarias o terciarias; o también, a la génesis política de la idea de un reino del hombre vinculada a la «experiencia histórica» del conflicto entre los diversos reinos políticos y a la configuración de la idea de los reyes o emperadores-dioses.

* * *

Entre las cuestiones últimas, que sin duda suscitarán los Encuentros (no necesariamente en sus sesiones finales, sino acaso en las iniciales o en las intermedias), podría figurar la cuestión fundamental acerca de si el «Reino del Hombre» puede ser reconocido hoy como una realidad etic de la ontología especial (incluso de la ontología general) o bien solamente como una realidad emic pragmática y «aureolar», cuya posibilidad depende (si adoptamos la concepción de la posibilidad de Diodoro Cronos) de su realización efectiva. No queremos insinuar con esto que el «Hombre» (o el «Reino del Hombre») sea una realidad incógnita –para utilizar la célebre expresión, acuñada en 1935, por Alexis Carrel–, sino una realidad aureolar conocida dentro de un marco pragmático emic encerrado en su concavidad propia.

Queremos, en cambio, insinuar la hipótesis de la inexistencia del «Reino del Hombre», tal como es entendido por el humanismo fundamentalista, pero no tanto a partir del nihilismo de ese «Reino del Hombre», sino de la negación de su unicidad (vinculada a la negación de la unicidad implicada en el mito de la Cultura), es decir, de la constatación de la multiplicidad de reinos del hombre (y de sus correspondientes «egos trascendentales») incompatibles entre sí, sin perjuicio de su capacidad a dar lugar a «conglomerados de reinos» que pueden convivir diplomáticamente durante intervalos entreguerras de duración indeterminada, disimulando sus irreductibles incompatibilidades.


Estructura de los encuentros

Como en años anteriores están previstas conferencias, mesas redondas y sesiones para presentar y discutir comunicaciones libres. Todas las sesiones se celebran de manera sucesiva, sin fragmentar a los asistentes en sesiones paralelas, para facilitar la participación y discusión.

Organiza: Fundación Gustavo Bueno
Coordina: Lino Camprubí

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